“Segundas partes nunca fueron buenas” es un dicho que se escucha mucho en el cine y que no pocas veces se cumple en los videojuegos. Pero a veces ocurre lo contrario y se aprende de los errores de la primera para arreglarlos y potenciar los aciertos.
Es lo que ha pasado con God of War: Ragnarök, cuya primera entrega en PS4 suponía una maravillosa vuelta de tuerca al cambiar escenario: de Grecia a Midgard, el mundo de los hombres creado por los dioses. Si bien se reiniciaba el contador, la historia era continuación directa de God of War 3, pero con un envoltorio distinto: un magno y apoteósico plano secuencia para narrar un genialmente escrito viaje emocional sobre la relación padre-hijo entre Kratos y Atreus. Y, aunque cerraba bien y resolvía muchas cosas, dejaba otros muchos interrogantes para la secuela, que por fin está aquí, y ha merecido la pena la espera.
Kratos, Atreus y Mimir se enfrentan al Fimbulwinter, un larguísimo invierno que precede al fin del mundo, así que harán lo imposible por evitarlo. Conviene no contar más para no estropear sorpresas, que las hay, y muchas, pero sí se puede decir que regresan muchos personajes y hay otros nuevos que eran muy esperados.
A pesar del cambio de director (Cory Barlog lo dejó por cansancio; lo sustituye Eric Williams, del mismo estudio), la forma de juego no ha variado demasiado: sigue siendo un excelso plano secuencia (solo interrumpido cuando vamos al menú) en unos gigantescos escenarios llenos de enemigos peligrosos, puzles más o menos elaborados, centenares de objetos importantes con los que mejorar nuestro equipamiento y muchísimas misiones secundarias y extras que complementan la historia principal.
Las principales novedades las encontramos en un bestiario enorme, con criaturas extremadamente peligrosas, una gran verticalidad (ahora podemos combatir en distintas alturas) y el manejo de Atreus, con habilidades muy distintas de las de Kratos. Hay más, pero lo dicho, conviene no desvelar nada para evitar destripes.
Todo ello está envuelto en una sensacional capa estética y artística de la que pocos estudios son capaces. Sony Santa Monica ha echado toda la carne en el asador con unos valores de producción abrumadores, mostrando unos diseños, texturas, animaciones, rostros, iluminación y sonido que, sencillamente, dejan boquiabierto –atención a la banda sonora de Bear McCreary–. Cabe destacar un increíble trabajo de doblaje al castellano con actores de reconocido prestigio, aunque, eso sí, con algunos patinazos, como cambios de voz en la misma frase, pero nada grave.
En la parte negativa convine no omitir algunas pesadas cargas cuando morimos y la dificultad de dominar la técnica de bloqueo y contraataque en el momento oportuno. También convendría mejorar el sistema de personalización del equipamiento, pues sigue siendo algo confuso.
Evidentemente es un juego de God of War, por lo que la violencia más brutal es una constante, así que se aleja por completo del público más joven. El que más lo disfrutará será, sin duda, el mayor de edad y fan de la saga que estaba deseando saber cómo continuaba esa complicada relación Kratos-Atreus. Puede estar tranquilo: adquiere un producto de inmensa calidad que va a hacer sus delicias.