Desde hace décadas sucede en la industria que las bases sobre las que se asientan los géneros clásicos son inamovibles y quien se desvía de ellas corre el riesgo de ser condenado al ostracismo. En el caso de los juegos de rol (o RPG), deben contar con un héroe de origen humilde que encarne la lucha de la luz contra la oscuridad en un mundo al borde del Apocalipsis, debe equiparse con los accesorios y armas que vaya encontrando en su periplo, y este a su vez debe de ser necesariamente largo y llevarle por todos los rincones de la tierra. Precisamente es la gran duración de los RPG lo que más controversia genera porque no todo el mundo dispone de decenas de horas que dedicarles. Pero, ¿qué pasaría si se limitara su duración a 30 segundos?
Esa es la esencia de Half Minute Hero: hay que correr contra el cronómetro para evitar que el hechizo de destrucción del malo de turno, que tarda 30 segundos en hacer efecto, acabe con el mundo. Sin embargo, hay dos complicaciones: debemos dosificar la carrera porque se penaliza restando vida al héroe y hay que hacer ofrendas del dinero que vayamos recaudando a la Diosa del Tiempo para que reinicie el cronómetro cuando lo necesitemos, guardando, eso sí, nuestros avances de mejoras y equipamiento hasta el momento. Todo está pensado para agradar al jugador y ofrecerle una experiencia rápida y satisfactoria: las peleas están parcialmente automatizadas y el cronómetro se detiene cuando visitamos alguna localización de modo que podamos hablar y comerciar con tranquilidad. Con esta fórmula no da tiempo a aburrirse, algo a lo que también contribuye el tono desenfadado y paródico que desprenden los textos.
Pero este título esconde varias sorpresas: por si la campaña del héroe no es suficiente, se añaden otras en las que controlamos a diversos personajes cambiando totalmente la forma de juego, ya que son muy distintos entre sí. A todo esto hay que sumar modos extra para el héroe en los que el límite de tiempo y algunas restricciones varían, y un modo de enfrentamiento multijugador que consiste en acabar antes que el contrario con la amenaza del hechizo de destrucción.
Técnicamente no destaca porque no es su objetivo; desprende un estilo gráfico retro en dos dimensiones que homenajea a los clásicos y toda la narración se hace por medio de textos (en inglés). La música, aunque con reminiscencias de las primeras composiciones para videojuegos, resulta más contemporánea y es muy pegadiza, acorde con el acelerado ritmo de juego.
Se trata, en definitiva, de un título irreverente con su género y dedicado especialmente a sus habituales consumidores. Por su mecánica y contenido se recomienda con acierto a mayores de 12 años, que son quienes podrán disfrutar plenamente de sus bondades si su nivel de inglés se lo permite.