Tras el éxito de Limbo hace un lustro, el estudio danés Playdead continúa su macabra producción con otra inteligente propuesta de plataformas y puzles que denota madurez.
Inside nos pone en la piel de un muchacho sin rostro que huye del sistema en una distopía no demasiado lejana. La breve trama, relatada mediante los escenarios y en contadas interacciones, trata cuestiones como el individualismo, los peligros de la experimentación gubernamental o el poder de la masa. No obstante, el mensaje es más críptico que en Limbo y promueve la elaboración de teorías por parte de los jugadores.
Todo está rodeado de un halo de misterio: desde las escasas explicaciones que ofrece su mundo hasta su propia lógica interna. Lo único establecido es el esquema minimalista de control (apenas dos botones realizan todas las acciones) y que se trata de un título de avance hacia la derecha organizado en salas. Dados sus numerosos peligros (que llevan a muertes explícitas), ocurrentes puzles y cambiantes reglas, la única estrategia efectiva es el ensayo-error. Esto se promueve mediante puntos de control debidamente situados al comienzo de cada sala o desafío.
Su peculiar mecánica requiere retentiva para almacenar las reglas descubiertas, perspicacia para aplicarlas a los puzles (así como descubrir otras nuevas), y sobre todo habilidad para ejecutar las soluciones en el momento preciso. El ritmo desempeña un papel fundamental pese a lo monótono de las composiciones musicales.
El reto es asequible para los jugadores habituales y tiene la duración adecuada: unas pocas horas. No da tiempo a aburrirse porque el ritmo está bien medido, equilibrando secciones frenéticas con otras más introspectivas. La duración puede alargarse buscando objetos ocultos que conducen, previa resolución de un enigmático puzle, a un final secreto de inquietantes implicaciones.
Todo en Inside favorece una sensación de incertidumbre y desasosiego. El apartado visual, claramente influido por el lenguaje cinematográfico (y avalado por el Instituto Danés de Cinematografía), juega con los encuadres, la profundidad de campo, la luz y el color para recrear ambientes más ambiciosos que los de Limbo. También hay mejores y más variadas animaciones, todo ello bajo un motor gráfico fluido y competente en lo técnico. La sombría partitura y los logrados efectos sonoros redondean un acabado que, sin ser puntero, cumple perfectamente su objetivo.
Debido a su gráfica violencia, perturbadores pasajes, sombría reflexión y cambiantes reglas, se recomienda únicamente a mayores de edad que busquen una experiencia única. Los más pequeños no sacarán mucho en claro pese al sencillo control. Su estudiado diseño favorece la concentración, el ritmo y la resolución de problemas.
|