Kojima siempre lo dice: “Este es mi último Metal Gear Solid”. Su miedo a que alguien haga otro que no sea lo que él quiere al milímetro le hace arrepentirse una y otra vez de sus palabras. Por fortuna, porque cuando vuelve a dirigir un nuevo juego las esperanzas de tener un grandioso título se multiplican. Así ha sido también esta vez.
El valor de la franquicia reside en sus guiones, y el de esta entrega no decepciona: una trama de espionaje ambientada en la Guerra Fría y digna de los mejores exponentes del género, con personajes complejos e interesantes y giros sorprendentes. Relatada en forma de escenas de vídeo (animadas al estilo cómic o con los gráficos del juego) y de conversaciones por radio, será el gancho que incite al jugador a co…
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