La esperada entrega de Mario para Nintendo Switch llega amparada por grandes críticas y cifras de venta. Es elogiable la salud de una franquicia que, con algo más de tres décadas de historia, sigue sorprendiendo como el primer día con un sólido diseño.
El punto de partida, de nuevo, es el rapto de la princesa Peach a manos del villano Bowser, con el consiguiente rescate a cargo del héroe local, Mario. Las novedades en esta ocasión son una amenaza de boda por parte de Bowser (con planificadores de ceremonia y regalos robados incluidos), la alianza de Mario con un mágico sombrero multiforme llamado Cappy, para frustrar el malvado plan, y que, por primera vez, la damisela se manifiesta sobre el incesante triángulo amoroso. Una trama manida, aunque bien llevada, que ofrece giros inesperados pese a todo.
A lo largo de 17 mundos (algunos ocultos, otros de libre elección), Mario y Cappy tendrán que superar obstáculos, resolver sencillos puzles, recolectar (muchos) objetos y derrotar enemigos. El sistema de juego es de plataformas en tres dimensiones, con escenarios de considerable tamaño por los que moverse libremente con una cámara que permite ciertos ajustes manuales.
La principal innovación la aporta el sombrero Cappy, que además de servir como bumerán para atacar, recolectar o colocar una plataforma flotante, permite a Mario poseer a ciertos enemigos y objetos inanimados en provecho propio. Las posesiones, de uso limitado a sectores de cada mundo, proporcionan nuevas acciones que suscitan los momentos más hilarantes del título. Tratar de verlas todas es sin duda un aliciente.
Otros añadidos son breves y vistosos segmentos bidimensionales que superponen el clásico Super Mario Bros. al diseño 3D del nivel, y una enorme cantidad de disfraces para Mario (intercambiables por monedas de los niveles), que en algunos casos permiten acceder a zonas exclusivas.
El desafío es asequible en general, puesto que el control es preciso y sencillo (incluso con sensor de movimiento) y el camino predeterminado no requiere de gran pericia. Otra cosa son los numerosos desafíos opcionales que hay en cada nivel, que alargan la vida del juego para los jugadores más experimentados que lo deseen. La campaña puede hacerse más llevadera aún con la inclusión de un segundo jugador en todo momento, y que este sea quien maneje a Cappy por separado de Mario. Esta lograda cooperación limita el radio de acción de los dos personajes para que quepan en pantalla, y mantiene intacto su rango de habilidades.
Donde una vez más se trasluce la habilidad de Nintendo es en el acabado audiovisual. Mediante diversos trucos de programación, sacan todo el partido técnico y artístico a una máquina cuyas especificaciones no pueden competir con los titanes de sobremesa. El resultado impresiona por su fluidez, especialmente en pantalla grande.
Los puntos mejorables son una cámara que no siempre sigue la acción, una animación de Mario al chamuscarse que hace perder el control, y la sobreexplotación de la familia de conejos que planifica la boda, porque muchos de sus enfrentamientos resultan similares y denotan un alargamiento artificial del juego.
En conjunto, es el mejor Mario tridimensional realizado hasta la fecha, tanto por sus ideas como por la cantidad de horas de diversión que ofrece. Hará las delicias tanto de jugadores habituales como ocasionales, al estar especialmente indicado para cooperar con cualquier miembro de la familia. Una exclusiva imprescindible del catálogo de Switch que, además de promover un mensaje de integración multicultural, potencia la coordinación, los reflejos, la resolución de problemas y la perseverancia.
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