Dr. Dermot Kearney
Cuando a finales de febrero la ministra de Igualdad española, Irene Montero, compareció en una comisión parlamentaria solicitada por ella misma para explicar su propuesta de reforma de la Ley del Aborto de 2010, disparó contra todo lo que supusiera un obstáculo para abortar: la objeción de conciencia del personal médico, la necesidad de autorización paterna en el caso de las menores, los tres días de reflexión que se dan a la gestante para que se lo piense…
“Obligamos por ley a todas las mujeres a reflexionar durante tres días, como si sus decisiones no fuesen legítimas”, lamentó Montero. Pero España no es una rara avis en su entorno respecto a esta práctica. De los 27 países de la UE, 14 tienen esos días “de gracia” –unos prevén tres; otros, hasta siete–. ¿Sirven de algo esos períodos de reflexión o toda mujer que acude a una clínica abortista lo tiene todo tan categóricamente claro que no hay que dejarle un margen a la consideración?
Lo que ha constatado el cardiólogo Dermot Kearney, expresidente de la Catholic Medical Association, del Reino Unido, es que no siempre hay una claridad meridiana cuando alguien decide abortar. De hecho, ha tratado a decenas de mujeres que, tras tomar uno de los fármacos necesarios para provocarse un aborto en casa, se han arrepentido y han acudido a él para que detenga el proceso. Y en muchos casos ha funcionado.
El éxito obtenido en esto por él y una colega –la obstetra Eileen Reilly– les ha valido una denuncia por parte del lobby abortista ante el General Medical Council (GMC), organismo que regula el ejercicio de la medicina en ese país, por emplear un fármaco “sin licencia” para ese uso concreto. Pero los argumentos de los denunciantes han terminado yéndose por el pozo de la inconsistencia, y él sigue salvando vidas.
¿Cuántas ya? Mejor que él nos lo cuente.
72 horas cruciales
— Dr. Kearney, ¿en qué consiste el tratamiento de reversión del aborto farmacológico? ¿Cómo funciona?
— Lo que hemos suministrado ha sido progesterona, la hormona natural necesaria para mantener el embarazo. Los abortos farmacológicos se realizan mediante la toma de dos fármacos en dos fases: el primero es la mifepristona (RU486), un antagonista del receptor de la progesterona, que bloquea los efectos de esta hormona. El resultado es la separación de la placenta del revestimiento interno del útero, lo que hace que el embrión o el feto no reciba los nutrientes esenciales y, por lo general, muera.
El segundo fármaco, el misoprostol, se toma entre 24 y 48 horas después para completar el aborto. Se trata de un análogo de la prostaglandina que induce la contracción del útero, lo que provoca la expulsión del bebé en desarrollo.
“En EE.UU. han nacido más de 3.000 bebés entre 2012 y enero de 2022 gracias a este procedimiento, y sin que haya aumentado el riesgo de anomalías congénitas”
Si se toman ambos medicamentos según las indicaciones de los abortistas, hay un 98-99% de posibilidades de que el bebé muera. Si se toma la mifepristona sola sin el misoprostol, pero sin el tratamiento de rescate con progesterona, hay un 75-80% de posibilidades de lo mismo. Pero si tras la mifepristona se empieza el tratamiento con progesterona dentro de las 72 horas siguientes, hay un 50-70% de probabilidades de supervivencia.
— ¿Cuántos bebés se han salvado desde que ha comenzado a aplicar este procedimiento?
— Entre abril de 2020 y abril de 2021 nacieron 32 bebés de madres que recibieron el tratamiento de rescate con progesterona. Todos están sanos. Esto representa una tasa de éxito en el Reino Unido del 50-55% en los casos en que las madres tomaron mifepristona, cambiaron de opinión y recibieron el tratamiento de rescate.
En EE.UU. han nacido más de 3.000 bebés entre 2012 y enero de 2022 gracias a este procedimiento, y sin que haya aumentado el riesgo de anomalías congénitas. La tasa de éxito es del 50-70% en ese país, donde hay un conocimiento mucho mayor de esta terapia. En algunos estados es incluso obligatorio que las mujeres sean informadas de esa posibilidad.
Por otra parte, estamos hablando de las 72 horas siguientes a la ingestión de la mifepristona, pero cuanto antes se inicie el tratamiento, mayores serán las posibilidades de éxito. En EE.UU. el retraso medio es inferior a seis horas, y en el Reino Unido, de 24 a 25 horas.
Aquí con frecuencia las madres suelen arrepentirse de haber tomado la mifepristona y quieren salvar a su bebé muy poco después, pero no saben qué hacer. No se les da ninguna información sobre la posibilidad de revertir el efecto del primer fármaco. Suelen volver al proveedor de abortos, o contactan al médico de cabecera o a los servicios de emergencia y les dicen que se arrepienten de lo que han hecho, pero la mayoría de las veces se les responde que no se puede hacer nada, que no tomen el segundo fármaco abortivo y esperen a ver qué pasa. En otras ocasiones, incluso se les dice que deben tomar el segundo medicamento, en contra de su voluntad.
Desesperadas, algunas inician una búsqueda en Internet y pueden encontrar la línea de ayuda para revertir el efecto de la píldora abortiva, línea gestionada por Heartbeat International, con sede en Ohio, EE.UU., que las pone en contacto con un médico local en el Reino Unido o en otro lugar, que podría estar dispuesto a darle un tratamiento de rescate con progesterona. Esto, por supuesto, lleva algún tiempo, y el tiempo es crucial para la supervivencia del bebé y para la preservación de la salud mental de la madre, en muchos casos.
La evidencia actual sugiere que puede valer la pena comenzar el tratamiento de rescate en esas 72 horas, siempre y cuando la madre no haya experimentado todavía una hemorragia muy intensa ni fuertes dolores abdominales tras la mifepristona.
Abortos bajo chantaje
— Entiendo que no hay un período de reflexión antes del aborto en su país…
— No. No existe. Se supone que las mujeres embarazadas que se ponen en contacto con las agencias abortistas han decidido que definitivamente quieren proceder. No se les ofrece ningún tipo de asesoramiento, aparte de un simple cuestionario para confirmar su deseo; ni cursos de acción alternativos ni sugerencias de apoyo.
Desde marzo de 2020, la mayoría de las píldoras abortivas se obtienen mediante simples llamadas telefónicas, sin ningún tipo de control de seguridad, sin ninguna consulta personal ni ecografía para confirmar la ubicación del embrión o del feto, o el estado real de la gestación.
El proveedor de abortos ni siquiera está seguro de que está enviando las píldoras abortivas a una mujer embarazada real. Como nos dijo una de nuestras pacientes que llamó a la clínica abortista desde casa: “Fue más fácil que pedir una pizza”.
— ¿Cuántas mujeres les han pedido ayuda a usted y a la Dra. Reilly?
— Entre los dos recibimos 144 peticiones de ayuda en 11 meses. Sabemos que un pequeño número de ellas, entre tres y cinco, eran llamadas falsas de “periodistas” o espías que trataban de averiguar lo que ofrecíamos e intentaban encontrar alguna prueba incriminatoria contra nosotros. Sin embargo, la mayoría de las llamadas eran auténticas.
No todas las madres que llamaron iniciaron el tratamiento con progesterona. Muchas de ellas querían hacerlo, pero estaban presionadas por sus parejas u otras personas para que abortaran. Sin embargo, querían considerar la opción del tratamiento de reversión.
En algunos casos, la llamada llegó demasiado tarde y el proceso de aborto ya estaba muy avanzado, con hemorragias abundantes y fuertes dolores abdominales, incluso antes de tomar la segunda píldora abortiva, el misoprostol. En un pequeño número, las madres se pusieron en contacto con nosotros después de tomar el misoprostol, y en ese caso no pudimos ofrecerles nada.
Además, algunas mujeres empezaron el tratamiento con progesterona, pero lo dejaron a los pocos días, porque los proveedores de abortos les dijeron que lo dejaran. A veces fueron sus médicos de cabecera, y más a menudo sus parejas o miembros de la familia, con un chantaje emocional. Una me contó con tristeza que su novio le dijo que se “suicidaría” si no continuaba con el aborto. A otras las amenazaron con abandonarlas, y algunas que iniciaron la terapia se perdieron posteriormente en el seguimiento.
Ahora bien, con las que continuaron el tratamiento de rescate según las indicaciones, la tasa de éxito fue del 48-58%. Damos este rango porque, en unos pocos casos, hubo un éxito inicial con embarazos sanos continuados durante más de 4-5 semanas después de la mifepristona inicial, pero trágicamente sufrieron después abortos espontáneos. En algunos casos, no fue posible determinar si esos abortos se debieron a la mifepristona previa y al posterior fracaso del tratamiento de rescate con progesterona o si fueron abortos naturales que habrían ocurrido de todos modos. Está bien definido que entre el 10% y el 15% de todos los embarazos tempranos terminan en un aborto espontáneo, a causa, por ejemplo, de anomalías cromosómicas de origen natural.
Acusaciones sin fundamento
— El GMC lo ha autorizado a continuar ofreciendo este tratamiento, luego de las quejas del lobby abortista. ¿Cómo ha sucedido todo?
— Debo decir primeramente que las restricciones siguen aplicándose a la Dra. Reilly, ya que el GMC aún no ha revisado completamente su caso. En el mío, fueron revocadas el 18 de febrero. Me ordenaban “no prescribir, administrar o recomendar progesterona para tratamientos de reversión del aborto”.
No había queja ninguna de las mujeres que habíamos atendido ni de sus familias, pero proveedores de abortos, como Marie Stopes International, más el Royal College of Obstetricians & Gynaecologists (RCOG) y un grupo de activistas (Open Democracy) adujeron ante el GMC que nuestras acciones representaban una “mala práctrica profesional” y el 12 de mayo de 2021 se nos ordenó interrumpir nuestros rescates durante 18 meses para, supuestamente, realizar una investigación.
Desde el principio, fui representado por el Christian Legal Centre, que obtuvo un informe de un perito independiente y declaraciones de diez de las madres a las que había ayudado, así como pruebas de apoyo sobre la seguridad y eficacia del tratamiento, de la American Association of Prolife Obstetricians & Gynecologists y el Charlotte Lozier Institute.
“Necesitamos más médicos que presten este servicio, porque nunca se sabe cuándo puede llegar una llamada de auxilio”
La “investigación” del GMC avanzó inicialmente con mucha lentitud, sin que surgieran pruebas que apoyaran las acusaciones. Mi equipo jurídico decidió que emprendiéramos acciones legales contra el GMC por avalar las acusaciones e imponer restricciones innecesarias y desproporcionadas. Presentamos una solicitud al Tribunal Superior en septiembre de 2021, se programó una audiencia para el 24 de febrero, y de repente el GMC empezó a actuar, aunque solo en mi caso. A finales de enero, el GMC obtuvo un informe de un experto independiente, que apoyaba en gran medida el tratamiento de reversión del aborto. Los investigadores del GMC examinaron todas las pruebas y concluyeron que no había “ninguna posibilidad” de mantener ninguna de las diez acusaciones que se me habían hecho, por lo que el caso fue desestimado.
Sin licencia, sí… Como otros
— Una de las acusaciones de los abortistas era que el tratamiento no contaba con autorización cuando ustedes comenzaron a aplicarlo…
—La progesterona es un producto médico autorizado, aunque actualmente no está autorizado para su uso en la reversión del aborto. Sin embargo, se utiliza ampliamente en obstetricia y se recomienda para la prevención de abortos espontáneos recurrentes, así como para apoyar el embarazo temprano en la fecundación in vitro.
Es muy importante tener en cuenta que muchos medicamentos se utilizan de esta manera “sin licencia” en todas las áreas de la medicina, siempre y cuando haya pruebas de eficacia y seguridad, y el médico que utiliza el fármaco demuestre conocer bien del producto y sus efectos.
También hay que decir que el misoprostol no tiene licencia para inducir el aborto, sino para el tratamiento de la úlcera péptica, por lo que su uso abortivo también está “fuera de norma”. También el RCOG recomienda el metotrexato para el tratamiento del embarazo ectópico, aunque no está autorizado para este uso, sino para algunas enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis reumatoide. Por lo tanto, acusarnos de utilizar un medicamento fuera de su uso normal autorizado es bastante incoherente, e incluso hipócrita.
— ¿Cree que tendrá eco el veredicto del GMC y que otros médicos británicos asumirán esta práctica?
— Espero que muchos más se sientan alentados por este resultado y estén dispuestos a participar en la prestación del tratamiento a quienes buscan desesperadamente esta ayuda. En EE.UU. hay más de 800 médicos que prestan este servicio en los 50 estados. En el Reino Unido no sería posible que algo así continuara indefinidamente con solo nosotros dos. No sería sostenible a largo plazo. Necesitamos más médicos que presten este servicio 24 horas al día, siete días a la semana. Nosotros estamos de guardia continua, porque nunca se sabe cuándo puede llegar una llamada de auxilio.
— ¿Espera que ahora aumenten las llamadas de embarazadas que se arrepienten tras tomar el primer abortivo?
— Sí. Y resulta irónico que, como resultado de las denuncias presentadas contra nosotros y de los intentos de la industria del aborto de impedir que ofrezcamos un servicio de rescate, haya ahora un conocimiento mucho mayor de este tratamiento en el Reino Unido.
Hay que decir que ha habido un grado considerable de debate en el país, generado por el controvertido plan de enviar píldoras abortivas por correo, que se introdujo durante los cierres por el covid-19. La gente ya es más consciente de los peligros asociados a los fármacos abortivos. Así, el movimiento provida se está fortaleciendo, y poco a poco estamos consiguiendo informar al público en general de que hay opciones distintas al aborto para todas las madres en embarazos críticos y en situaciones difíciles.