El petróleo en Nigeria se va por demasiados agujeros

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Lagos. El pasado 26 de diciembre, la ciudad de Lagos, centro económico de Nigeria, se vio convulsionada por la cruenta muerte de más de 300 personas, entre ellas muchos niños. El suceso tuvo lugar cuando ciudadanos del suburbio de Ebule-Egba trataban de hacerse con el petróleo que salía de las perforaciones que unos ladrones habían realizado en un oleoducto para robar. Algo prendió el combustible y una enorme bola de fuego consumió numerosas vidas humanas. Las autoridades han hecho ahora un análisis del suceso y han propuesto medidas prevenir estos accidentes.

Catástrofes semejantes vienen repitiéndose desde hace décadas, como una consecuencia de la carestía de carburante que se produce habitualmente, a pesar de que Nigeria es el mayor productor de petróleo del continente africano. Almacenarlo con seguridad resulta muy caro, con lo que las existencias disminuyen rápidamente en periodos de gran demanda.

Motivos para la escasez

Además, durante el periodo festivo de Navidad y fin de año, numerosos emigrantes rurales vuelven a sus regiones de origen para pasar unos días en familia. Son momentos de mayor consumo de gasolina que suelen tomar desprevenidos a los distribuidores. Muchos consumidores, adelantándose a la escasez, hacen acopio de carburante en previsión de sus largos viajes, con lo que la carestía se acentúa.

Muchos dueños de las estaciones de servicio contribuyen al problema afirmando que no tienen gasolina, mientras la venden a través de muchachos que aparecen en las calles de los alrededores de las gasolineras con contenedores de plástico de 10, 25 o incluso de 50 litros, ofreciéndola al doble del precio oficial.

En este contexto, proliferan las bandas de ladrones de petróleo, que se hacen con él directamente de los oleoductos. Contratan técnicos para perforarlos y utilizan motores-bomba y camiones-cisterna para extraer el producto y transportarlo. Acaban vendiéndolo al alto precio que la escasez impone en el mercado negro. Los resultados: el descenso en un cuarto de los 2,5 millones de barriles diarios que habitualmente producía Nigeria.

La tragedia de Lagos

De hecho, el grave accidente de Lagos tuvo su origen en un robo de estas características. Durante la noche, más de treinta camiones cisterna consiguieron cargar el producto sacado del oleoducto de Ebule-Egba. Parece ser que el robo se realizó inevitablemente con conocimiento de los vecinos, ante la imposibilidad de ocultar una operación de estas características, que incluye taladrador, bombeo y movimiento de numerosos camiones-cisterna. Todo ello, en medio del silencio de la noche.

A partir de aquí los testimonios no coinciden. Unos dicen que dieron parte a la policía. La policía contesta que envió agentes, pero que los vecinos les impidieron el acceso a la zona. Otros dicen que los vándalos estuvieron trabajando toda la noche con la «protección» de la policía. La policía dice que, cuando llegaron al lugar, los camiones-cisterna ya se habían ido y sus esfuerzos para dispersar al tropel de gentes, chiquillos y jóvenes, que venían a recoger gasolina fueron inútiles; que sus avisos sobre el peligro de incendio no eran bien recibidos. Hay quien dice que los policías se encontraban entre el barullo de gente que recogían gasolina del saqueado oleoducto.

Entre la multitud, había gran cantidad de chiquillos y jóvenes enviados por padres obviamente de pocos recursos económicos, no solo de Ebule-Egba sino también de otros barrios vecinos. Venían con motocicletas, con los mini-buses de transporte, en coches; con aquello que pudiese servir para recoger gasolina con el objeto de venderla en el mercado negro.

No se sabe de dónde surgió lo que provocó el incendio, pero en pocos minutos las llamas devoraron hasta los huesos a cientos de víctimas. Las primeras, los chiquillos que, quizá por encargo de sus padres o parientes, recogían ávidamente la gasolina… y también los mismos vecinos del entorno.

Medidas para atajar el problema

Tras el desastre, el gobernador de Lagos convocó una reunión con los principales responsables de los oleoductos: el ministro federal de petróleo, el director de la distribución de la gasolina, la policía, los directores de las principales compañías petrolíferas que ofrecen el producto a las gasolineras. La intención era prevenir futuros problemas de esa índole.

Las recomendaciones de la reunión fueron obvias: entierro de los oleoductos a mayor profundidad; vigilancia continua, especialmente en las zonas accesibles a camiones-cisterna; identificación de quienes organizan el vandalismo, robo y venta de la gasolina proveniente de los oleoductos para castigarlos adecuadamente; prevenir la escasez de gasolina proveyendo las gasolineras con más abundancia en los períodos festivos.

Tras las vacaciones, las colas en las gasolineras persisten, y con ellas el auge del mercado negro. Recientemente, tres jóvenes fueron detenidos cuando robaban petróleo de una grieta abierta en un oleoducto. Afirmaron no ser los autores del escape. A esto se une el secuestro por parte de las bandas de técnicos extranjeros que trabajan en los oleoductos, con el objeto de hacerse con dinero. El año pasado, hubo más de 80 secuestros.

Jide Martins

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