Lagos. Hace siete años, el Dr. Felix Asogwa se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Nigeria. Trabaja en el Hospital Federal Universitario en Lagos y ha revelado que sólo quedan en Nigeria 5 de los 230 de su promoción. Los demás han emigrado y trabajan establemente en varios países avanzados de Europa y América; la gran mayoría en los Estados Unidos y Canadá.
Es un ejemplo paradigmático. Se han dado muchas razones para explicar el fenómeno de esta fuga de cerebros en África. No se trata simplemente del interés personal en ganar mejores sueldos. Asogwa sostiene que no pueden practicar la medicina en los hospitales universitarios o de los gobiernos de los estados porque faltan equipos, máquinas, instrumentos e incluso el suministro estable de medicamentos, vendas y demás utensilios. Pero hay más. Al faltar los suministros básicos de electricidad y agua, los médicos y enfermeras encuentran grandes dificultades para dar un tratamiento adecuado a los pacientes.
«Los que nos hemos quedado -dice el Dr. Asogwa- trabajamos con un sentido de misión. Hay millones de enfermos que no pueden viajar al extranjero para curarse, y alguien tiene que estar dispuesto a hacer todo lo posible para atender a estas gentes».
Respuestas de la iniciativa privada
En medio de esta situación dramática hay que hacer notar los esfuerzos que se realizan en el sector privado. En ciudades como Lagos, Enugu, Abuja, Port Harcourt, Ibadan y Benin, existen iniciativas que dan la batalla. Para responder a las exigencias de la práctica profesional, tienen que invertir fuertes sumas, primero para asegurar los servicios básicos de electricidad y suministro de agua, y luego para mantener equipos de diagnóstico, de laboratorio y quirúrgicos.
En Enugu, por ejemplo, la Iglesia católica ha montado recientemente un hospital privado de más de 200 camas, con fondos de católicos de Alemania y Austria. Un político -el gobernador de Enugu- ha fundado otro hospital privado, dotándolo con todo lo necesario. Otra iniciativa privada que lleva ya largos años de servicio en la ciudad y en poblaciones rurales es la Nigerian Foundation Hospital and Diagnosis Centre, que ha atraído un número creciente de pacientes de casi todas las regiones del país y ha sido emulada por otras iniciativas.
Esta fuga de cerebros es más lamentable en el caso de los médicos. Ingenieros, programadores de informática, profesores, economistas, etc. están emigrando también en grandes números, pero su falta se nota menos, ya que no hay muchos empleos para retenerlos. Las pocas industrias que quedan en pie han reducido su capacidad productiva en más de un 75%.
Sin embargo, también aquí hay ejemplares excepciones. El Dr. Aloysius Chife es un nigeriano que ocupaba un alto puesto en una de las más grandes empresas de servicios informáticos en los Estados Unidos. En un viaje a Nigeria un amigo le presentó a Pious Onobhayedo, un joven soñador graduado pocos años antes en la Universidad de Nigeria. Hablaron sobre la posibilidad de establecer una empresa para el suministro de servicios informáticos a las universidades, bancos y gobierno. Onobhayedo tenía ya un pequeño club de estudiantes universitarios aprendiendo técnicas de programación, como aficionados, mientras estudiaban sus cursos de ingeniería y de otras materias.
Pues bien, Chife y Onobhayedo, el joven soñador, lo están logrando. El primero se decidió a dejar su lucrativo puesto en los Estados Unidos y a usar su talento y su experiencia de trabajo en Nigeria. El segundo se encargó de seleccionar y formar a los programadores. Han encontrado apoyo financiero y han luchado para vencer todos los elementos hostiles, burocráticos y de infraestructuras. Sus servicios se están extendiendo en todo el país y en casi todos los sectores: privado y público. Están casi reemplazando por completo en las ofertas de estos servicios a los «expertos» de India y de otros países, porque se han ganado la confianza de la industria, las universidades y del mismo gobierno. Más aún, han creado empleos para centenares de graduados, y están contribuyendo a la lucha contra la corrupción, al eliminar numerosos trámites burocráticos en multitud de transacciones.
MBA sin salir de Nigeria
El éxodo de cerebros es deplorable también en el sector de la enseñanza. Profesores, investigadores, científicos han ido desfilando fuera del país, aunque no siempre fuera del continente. Hay profesores nigerianos en Botsuana y Sudáfrica, por ejemplo.
El deterioro del nivel de enseñanza y la proliferación de bandas secretas entre los estudiantes contribuyen a crear un mal clima universitario. Estas bandas están formadas por estudiantes hijos de políticos y militares corruptos y nuevos ricos, que se asocian secretamente para conseguir ventajas y privilegios. Frecuentemente hay luchas entre bandas, aun con asesinatos. Así que muchos padres piensan que lo mejor es enviar a sus hijos a estudiar fuera, aun a costa de grandes sacrificios; algunos venden su patrimonio de tierras o de casas para lograrlo. Pero los que se quedan son, por supuesto, la gran mayoría y no están recibiendo una enseñanza adecuada.
Este fenómeno ha aguzado también la iniciativa privada. Antes había sólo una decena de universidades estatales; ahora la mayoría son privadas. Aunque no siempre consiguen reunir el capital necesario y el claustro, algunas lo están logrando. Así, por ejemplo, la Pan African University, reconocida hace unos años por el gobierno, comenzó con una escuela de negocios, Lagos Business School, que ha conseguido retener el éxodo de graduados en busca del Master in Business Administration. La escuela ofrece, en sus versiones de jornada completa para graduados o de dedicación parcial para ejecutivos, unos programas que tienen en cuenta sus problemas y las necesidades peculiares del país. Así esta escuela está contribuyendo a la formación de empresarios y ejecutivos, ahorrando importantes sumas que se tendrían que invertir en esa formación si los estudiantes se fueran a Estados Unidos o Europa.
Pero se necesita más. Algunos de los políticos que se preparan para presentarse a las próximas elecciones de 2007 se han dado cuenta de que el gobierno tiene la responsabilidad de crear un ambiente más propicio a la iniciativa privada. Se necesita dar respuesta al deterioro de los servicios básicos: infraestructuras, electricidad, carreteras, agua, salud, etc., que hace poco atractivas las inversiones e incluso la misma vida familiar y social. Hay que facilitar y dar apoyo a los que muestran tener capacidad de crear empresas y empleo y de gestionar instituciones de enseñanza y de salud con responsabilidad social. Se trata de ir más allá de la mera explotación del petróleo y de vivir de sus rentas.
Jide Martins