El Partnership for Maternal, Newborn and Child Health (PMNCH), un consorcio integrado por nueve organizaciones internacionales, ha publicado un informe que analiza el fenómeno de la mortalidad neonatal en África. Su conclusión es que, incluso en los países más pobres del mundo, las muertes de los recién nacidos se pueden reducir con medidas baratas. La clave está en proporcionar cuidados básicos a las madres y a los bebés en las primeras semanas después del parto.
Para lograr esto, es preciso un cambio de mentalidad. Hasta ahora, la comunidad internacional ha dirigido sus esfuerzos a reducir la mortalidad infantil total (hasta los cinco años). Este enfoque permite prevenir las muertes causadas por enfermedades como la malaria o la diarrea. Sin embargo, pasa por alto un dato: en los países pobres, millones de niños mueren en el período neonatal (en el primer mes de vida). Los autores del informe proponen centrar la atención ahora en los recién nacidos, estrategia que ya se propuso en un número especial de «The Lancet» en 2005 (ver Aceprensa 30/05).
El África subsahariana es la región con las cotas más altas de mortalidad neonatal del mundo: se estima que cada año mueren 1,16 millones de recién nacidos en los 28 primeros días de vida. Pero, según el informe, titulado «Opportunities for Africa’s Newborns», existen razones para el optimismo. Basta pensar en las principales causas de muertes neonatales: infecciones, parto prematuro y asfixia. Todas ellas se pueden tratar con recursos ordinarios y baratos.
Muchos de los 300.000 bebés que mueren cada año por asfixia se pueden salvar mediante el uso de una sencilla técnica que sirve para reanimar la respiración. También se puede salvar a gran parte de los 70.000 bebés que mueren por infecciones de tétano si se vacuna a las madres embarazadas. Y muchos prematuros podrían sobrevivir si se enseña a las madres a usar la «técnica canguro»: el niño prematuro sufre de hipotermia, que se remedia si la madre le da calor manteniéndolo en contacto con su cuerpo y arropado con una manta. Es como una «incubadora» natural.
En fin, concluye el informe, se puede salvar a dos de cada tres recién nacidos si se proporcionan esos cuidados básicos al 90% de las madres y de los niños. En el África subsahariana esto tendría un coste adicional de 1,39 dólares per cápita.
Una prueba de que se puede reducir la mortalidad neonatal con pocos medios es, precisamente, el caso de seis países del África subsahariana: Burkina Faso, Eritrea, Madagascar, Malaui, Uganda y Tanzania. Estos países han logrado bajar la mortalidad de recién nacidos una media del 29% en 10 años. Los datos oscilan entre un 20%, en Tanzania y Malaui, y un 47% en Eritrea. El éxito se debe a medidas sencillas como la vacuna antitetánica, antibióticos comunes o buenas condiciones de higiene en el parto. En Burkina Faso, por ejemplo, donde la mortalidad neonatal ha descendido un 39%, las mujeres pobres no pagan las operaciones de cesárea.
También la prevención de la transmisión del VIH de la madre al hijo puede evitarse con medidas sencillas en el momento del parto. En una reciente visita a Madrid, James McIntyre, investigador del sida de la Universidad de Witwatersrand en Soweto (Sudáfrica), explicaba a «El País» (21-11-2006): «Cada año acuden 30.000 mujeres embarazadas a nuestro servicio y de ellas una tercera parte están infectadas por el VIH. Les ofrecemos asesoramiento, pruebas diagnósticas y fármacos preventivos de corta duración. La terapia preventiva consiste en administrar una pastilla de nevirapina para la madre cuando está de parto y una dosis de jarabe del mismo medicamento en las primeras 24 horas. Con ello hemos conseguido reducir la tasa de infección de un 30% a un 10% en los últimos diez años».
ACEPRENSA