Los hogares, clave para detener el despilfarro de alimentos

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Los hogares, clave para detener el despilfarro de alimentos

Periódicamente, la FAO comunica que se pierden o desperdician un tercio de los alimentos del mundo. Aunque son muchas las iniciativas que buscan hacer frente a esta realidad, aún son pocos los esfuerzos por disminuir los desperdicios en el lugar donde más ocurren: nuestros hogares. En el Reino Unido una iniciativa ha logrado hacerlo, involucrando a todos los actores clave para encontrar juntos soluciones prácticas.

“Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos”, advertía el Papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti (2020). El Índice de desperdicio de alimentos 2021 estima que en 2019 se generaron alrededor de 931 millones de toneladas de residuos de alimentos, el 61% de los cuales provino de los hogares, el 26% de los servicios de alimentación y el 13% del comercio minorista.

Los grandes acuerdos

En 2015, los países comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijaron para 2030 la meta de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y en las cadenas de producción y suministro.

Para cumplir este objetivo, cada país está impulsando un conjunto de políticas e inversiones en la producción, la cosecha, la manipulación, el envasado, el almacenamiento, el transporte, la elaboración y la comercialización de alimentos. Sin embargo, se habla menos sobre cómo ayudar a los ciudadanos –consumidores finales– a disminuir los desperdicios en sus casas.

Francia, Portugal e Italia tienen legislaciones que prohíben la destrucción o el deterioro de alimentos aún consumibles y que obligan a donar sus excedentes a bancos de alimentos u ONG. En España, por su parte, está avanzando un anteproyecto de ley contra el desperdicio de alimentos, muy similar al de los otros países europeos.

La iniciativa española destaca por establecer una jerarquía de prioridades para evitar que los alimentos y bebidas acaben en la basura, incentivando la venta o donación de productos con fecha de consumo preferente o de caducidad próxima. Por otra parte, los restaurantes tendrán que ofrecer a sus clientes la posibilidad de que se lleven, sin coste adicional, lo que no han consumido.

Este proyecto busca también hacerse cargo del problema de los desperdicios en el hogar, exigiendo a las administraciones públicas que realicen campañas dedicadas al consumo responsable de alimentos.

En 2019 se generaron alrededor de 931 millones de toneladas de residuos de alimentos, el 61% de los cuales provino de los hogares

Soluciones que también son negocio

Los avances tecnológicos y los incentivos económicos han permitido la creación de diversas iniciativas de economía circular para disminuir los desperdicios de supermercados, panaderías y restaurantes, mediante la venta con descuento de productos próximos a vencer , o la donación a bancos de alimentos.

Dentro de las aplicaciones más populares se encuentran To Good to Go y Encantado de comerte, que buscan conectar a los establecimientos comerciales que tienen excedentes de comida, con consumidores que quieran comprar a menor precio. Ambas aplicaciones aspiran a generar conciencia sobre el desperdicio alimenticio y enmarcan su actuar dentro de una narrativa medioambientalista.

Food Cloud, una iniciativa irlandesa, tiene un enfoque un poco distinto: los destinatarios de los excedentes en buen estado son organizaciones benéficas y grupos necesitados. En Bélgica existe otra forma de crear conciencia y de premiar a los que buscan disminuir los desperdicios alimenticios: con el programa Good Food, el gobierno local otorga sellos a los restaurantes que tienen un enfoque sostenible.

No lo botes, compártelo

En 2014 Tessa Clarke se trasladaba de país con su familia, y al terminar de empacar se dio cuenta que aún tenía varios alimentos en buen estado que no podría llevarse consigo. Después de fracasar tras ofrecérselos a un vecino conocido se dijo a sí misma: “Esto es una locura… la comida está deliciosa. ¿Cómo es que no existe una app donde pueda compartirla con alguien cerca de mí que sí la quiera?”. Y así nació la idea de OLIO.

Esta aplicación conecta a vecinos entre sí para que la comida que no es consumida se comparta en vez de tirarla. A diferencia de otras aplicaciones, en esta cualquier persona puede compartir los excedentes que tenga en su hogar y no se cobra por recibirlos. Aquí el asunto clave es generar confianza entre los miembros de una comunidad para que estén dispuestos a compartir la comida.

Empieza a salvar comida deliciosa a precios increíbles, es el llamado de Too Good to Go

El foco en nuestros hogares

Una de las iniciativas que ha logrado generar el mayor impacto en la disminución de los desperdicios alimenticios en el hogar, señalada por la FAO como referente, ha sido la desarrollada por WRAP, una organización sin ánimo de lucro financiada por el gobierno británico, con su campaña Love Food, Hate Waste.

En sus primeros cinco años logró reducir los desperdicios de las casas en un 21%, permitiendo a los hogares ahorrar 6.500 millones de libras esterlinas y a las autoridades locales 86 millones de libras en costos de eliminación de residuos, según un informe de la FAO de 2019. Desde su primera campaña (2007) han enfocado sus esfuerzos en mejorar el comportamiento ciudadano, comenzando por el grupo etario que despilfarra más alimentos y, que a la vez, dice estar más interesado en un consumo más responsable: personas de 18 a 35 años.

El plan de acción lo trabajan conjuntamente con fabricantes y minoristas de productos alimenticios, estimulando así la innovación y encontrando soluciones prácticas, como el envasado resellable, y la elaboración de consejos para el almacenamiento de la comida que más desperdician en casa: papas, pan, leche y pollo.

A través de su página web y de campañas en medios de comunicación, han logrado que los consumidores sean más conscientes de la cantidad de alimentos que desperdician, de cómo afecta esto al presupuesto familiar y de qué pueden hacer al respecto. Para ayudarlos, ofrecen recetas y consejos para planificar mejor las porciones de las comidas, optimizar el almacenamiento de los alimentos, controlar mejor la temperatura de los frigoríficos, entre otras cosas.

El desafío de alcanzar un consumo más sostenible no tiene soluciones fáciles. La experiencia de Love Food, Hate Waste demuestra que es clave involucrar a todos los responsables de la cadena de producción y de consumo, para ir generando los cambios económicos y culturales que permitan reducir al mínimo el despilfarro alimenticio, fortaleciendo a las comunidades y formando a los ciudadanos para que libremente decidan mejorar sus hábitos.

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