Pasado menos de un mes desde la legalización de la producción, la venta y el consumo de marihuana en Canadá, el gobierno ha comenzado una campaña de educación pública, sufragada con 83 millones de dólares y enfocada en los jóvenes, para prevenirlos sobre los peligros que tiene la droga para ellos.
Según refiere Catherine Porter en el New York Times, algunas unidades del sistema de salud pública han adoptado una estrategia de reducción del daño, mediante la cual instan a los adolescentes a tomarse “días sin cannabis” y a no conducir drogados. Otras están lanzando el mensaje de la abstinencia. “No porque sea legal es segura. Ese es nuestro mensaje real”, dice el Dr. Paul Roumeliotis, de Ontario.
Además, las autoridades han calificado como delito proveer el cannabis a cualquiera que sea menor de 19 años (o de 18, según la provincia), penado con hasta 14 años de cárcel.
De momento, sin embargo, persuadir a los jóvenes de no ver la legalización como una luz verde para usarla, será difícil, opinan algunos expertos, por no mencionar que en el pasado, los esfuerzos para alejar a la gente de las drogas no han rendido los frutos deseados.
Fuentes oficiales han argumentado que la regulación del mercado y el combate contra los vendedores ilegales reducirían el consumo entre los adolescentes –hoy al alza–. Según un informe de Unicef, de 2013, los jóvenes canadienses son los que más marihuana consumen en todo el mundo. Asimismo, una encuesta reciente del organismo estadístico nacional revela que el 32,7% de los adolescentes habían fumado marihuana en los tres meses anteriores.
“El elemento más falso de la legalización es que mantendría [la marihuana] lejos del alcance de los menores”, dice el Dr. Benedikt Fischer, del Center for Addiction and Mental Health, de Toronto. Otra experta en adicciones, Jenny Hanley, cuestiona fuertemente la decisión gubernamental: “Está demostrado que el cerebro no para de crecer hasta que tienes 25 años, y ahora les vamos a vender [cannabis] a gente de 19 años. ¿Qué diablos estará pensando nuestro gobierno?”.
Varios estudios han mostrado que el uso de la marihuana puede dañar las funciones del cerebro de los adolescentes incluso durante un tiempo después de que la droga haya sido eliminada por el organismo. Algunos expertos han manifestado además su preocupación por el uso que muchos jóvenes hacen del narcótico para “medicarse” contra la ansiedad y la depresión.
La mayoría de los científicos está de acuerdo en que el riesgo para los cerebros jóvenes es mayor en aquellos que empiezan a fumar a los 12 años o antes, en los que lo hacen con regularidad y en los que consumen marihuana de alta potencia. Además, advierten peligros para aquellos que tienen antecedentes familiares de esquizofrenia o trastorno bipolar.