Finalmente, y después de tres intentos fallidos, el legislativo francés ha aprobado el proyecto de ley sobre la extensión del trabajo dominical en el que tanto empeño ha puesto el presidente Nicolas Sarkozy (ver Aceprensa 3-12-2008). Tras una última votación en el Senado resuelta con una mayoría de 165 contra 159, se trata de una sanción polémica que no parece cohesionar toda la voluntad de la derecha, y que para la izquierda representa la universalización del deber de trabajar en domingo.
En su última versión, la proposición de ley presentada por el diputado Richard Mallié, del oficialista UMP, se ofrecía sobre todo como una alternativa para la apertura dominical que se practica ilegalmente en algunas zonas comerciales alrededor de París, Lille y Marsella (las Puces, o mercados de pulgas). La posibilidad de derogar la prohibición de abrir se extiende a zonas y municipios “de interés turístico” o termales que, según afirma el gobierno, comprende unos 500, mientras que la oposición eleva este número hasta los 6.000.
Las contraprestaciones establecidas para el trabajo dominical siguen siendo tema de debate a propósito de esta ley, que insiste en defender la prestación voluntaria, la duplicación del salario y el descanso de compensación, posibilitando estos beneficios pero sin hacerlos obligatorios más que para las Puces. El Partido Socialista francés ha presentado un recurso ante el Consejo Constitucional, aduciendo que crea “una desigualdad flagrante” entre los trabajadores sometidos a diversas circunstancias.
La ley Mallié mantiene en número de cinco los domingos en los que un alcalde puede solicitar anualmente la apertura. En este caso, el empleado percibirá una remuneración que sea al menos el doble que la de un día de semana, y un descanso compensatorio. Por otro lado, la negativa de trabajar los domingos no pude ser motivo de expulsión de las listas del paro. Los pequeños comercios de la alimentación están autorizados a abrir los domingos hasta las 13 horas.
Cambio del fin de semana islámico
En Argelia, por su parte, el tradicional fin de semana islámico de jueves y viernes se cambiará a partir del próximo 14 de agosto a viernes y sábado, según decisión del consejo de ministros ratificada por el jefe del Estado Abdelaziz Buteflika.
La resolución obedece a las exigencias del mundo globalizado, con cuyo horario laboral coincidían sólo tres días de la semana argelina. Un inconveniente que, según cifras de una filial del Banco Mundial, se traducía en pérdidas de casi mil millones de dólares al año. El cambio, apoyado por una de las principales patronales del país y por la Unión General de Trabajadores, podría elevar el PIB hasta en un 1,2 por ciento.