En principio, son dos personajes muy distintos: Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), que debe vigilar por la buena salud de las finanzas mundiales, y el Papa Francisco, al que algunos consideran como anticapitalista, por sus reiteradas críticas a la desigualdad económica y sus llamadas a tener en cuenta a los excluidos. Por eso resulta significativo que coincidan en la preocupación por la creciente desigualdad de rentas y en el objetivo de la reforma financiera.
“El verdadero papel del sector financiero es servir, no gobernar la economía”, dice Lagarde; “el dinero debe servir y no gobernar”, afirma el Papa Francisco en la exhortación Evangelii gaudium (EG, n. 58). El Papa de la compasión y la cara femenina d…
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.