Wisconsin ofrece el primer balance de la reforma del welfare (asistencia pública) promulgada en Estados Unidos el pasado agosto (ver servicio 116/96). Ese Estado, el primero en aplicarla, ha conseguido que el número de beneficiarios sea un 60% menos que el máximo registrado hace diez años. Muchos de los que ya no reciben subsidios se han puesto a trabajar, lo cual es precisamente el objetivo de la reforma: evitar que se perpetúen las situaciones de necesidad haciendo que los acogidos a la asistencia se ganen la vida.
La reforma limita la duración del subsidio. Además, exige que los beneficiarios de la asistencia, a cambio de ella, trabajen en tareas de interés público (35 horas semanales en Wisconsin) o participen en programas de formación y colocación. Y, si reciben una oferta de empleo, no pueden rechazarla.
Con estos métodos, casi la mitad de los condados de Wisconsin han reducido en un 80% o más sus nóminas del welfare. Pero, aunque con disminución relativamente menor, los resultados más espectaculares se han dado en Milwaukee, la ciudad más grande del Estado (617.000 habitantes), que alberga al 60% de los beneficiarios de Wisconsin. En 1996, el total de personas en el welfare se redujo en casi un 25%, y ahora lo abandonan unas 1.800 al mes. Esto ha costado al municipio un gasto adicional, en medidas para colocar a los beneficiarios, de 10 millones de dólares, de sobra compensado por un ahorro de casi 30 millones de dólares en subsidios eliminados.
¿Dónde han ido a parar los ex beneficiarios? No hay datos completos, pero los disponibles indican que la suspensión de ayudas no ha causado un cataclismo social. En Milwaukee se ha notado que va más gente a los albergues municipales para personas sin domicilio. Pero se trata de una pequeña parte de los asistidos que han perdido el subsidio. Otros dependen ahora de la ayuda de familiares, algunos más se han marchado a otros Estados menos severos. Y muchos, al parecer, están trabajando: unos, en los empleos sumergidos que ya tenían cuando recibían el subsidio; otros, en puestos facilitados por el nuevo sistema.
En septiembre próximo, Wisconsin dará un paso más en la reforma. Entonces suprimirá por completo los subsidios, que serán reemplazados por empleos subvencionados. El objetivo es que así los beneficiarios se entrenen para ingresar en el mercado laboral. Pero este sistema será más caro que los subsidios mismos, por lo menos al principio. Por eso el Estado, necesitado de liberar recursos ahora, empuja a la gente a salir del welfare.
La cuestión es si habrá suficientes empleos para los beneficiarios, que se distinguen, en general, por sus escasas aptitudes laborales. De las empresas que han prometido ayudar con cursos de formación para contratar personas procedentes del welfare, la más generosa, una cadena de hoteles, ha ofrecido 600 empleos. Para ir colocando a los más de 13 millones de asistidos harán falta empleos subvencionados o públicos. El mes pasado, Bill Clinton prometió que la Administración federal ofrecería a beneficiarios del welfare 10.000 empleos públicos en los próximos cinco años, los 2.000 primeros antes de octubre próximo.