En las elecciones del pasado domingo en Suecia, los electores han renovado el mandato de la coalición conservadora con un 49,3% de los votos, mientras la socialdemocracia obtenía su peor resultado desde 1930 con un 30,8%. También es novedad la entrada en el Parlamento del partido de derechas Demócratas Suecos, con el 5,7% de los votos y 20 escaños.
El mantenimiento en el poder del líder del Partido Moderado, Fredrik Reinfelt, se atribuye a su acertada gestión económica, al mantenimiento del Estado de bienestar pero con recorte de gastos y control de los abusos, a sus rebajas fiscales y a la privatización de servicios. Y aunque todavía hoy cuando se habla de “modelo sueco” se sigue pensando en el implantado por la socialdemocracia -en el poder en Suecia durante 65 de los últimos 78 años-, la realidad es que el Estado de bienestar ha sufrido profundas reformas desde que los conservadores llegaron por primera vez al poder con Carl Bildt en 1991.
El eje fundamental de las reformas ha consistido en la ruptura de los monopolios estatales en la provisión de los servicios de bienestar. Con la financiación pública, directa o indirecta, el estado garantiza que los servicios estén al alcance de todos, pero la provisión está abierta a la iniciativa privada. Una buena explicación de estos cambios se encuentra en el libro de Mauricio Rojas, Reinventar el Estado del bienestar.
En la educación, esta política llevó a la implantación del cheque escolar, con el que se puede elegir la escuela de preferencia dentro del sector público o de las escuelas independientes (cfr. Aceprensa, 21-09-2005 y 25-03-2010).
También en la sanidad existe un modelo de gestión mixto en el que colaboran el Estado y el sector privado, y que da al paciente posibilidad de elegir el centro sanitario (cfr. Aceprensa, 16-12-2009, Pilar Villarino, ¿Qué esperanza de vida tiene la sanidad pública?).