El renacimiento nuclear se estanca en Finlandia

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Una central nuclear proporciona un rendimiento inigualable, una vez que está en funcionamiento. Pero construirla exige una inversión inicial enorme, que difícilmente es posible sin subvenciones estatales y que se tarda en amortizar muchos más años que la de una central de otro tipo. También requiere unos estudios previos,u n proceso de aprobación y unos trabajos de construcción muy largos. La central que se está construyendo en Finlandia es la primera de una nueva generación sin tantos inconvenientes, que permitiría un renacimiento nuclear en Occidente. Y el experimento no está saliendo bien.

Superando la oposición de los ecologistas, en 2001 el parlamento de Finlandia decidió impulsar la energía nuclear y acordó la construcción de una nueva central en la isla báltica de Olkiluoto, donde ya estaban en funcionamiento dos reactores. El interés del caso estaba en que la nueva planta sería más barata, financiada enteramente con capital privado, más potente y segura, y a la vez más rápida de construir. Si el plan tenía éxito, en adelante se podrían construir nuevas centrales, según el modelo de Olkiluoto, casi “en serie”, por así decir, y el renacimiento nuclear, que ha empezado a abrirse paso en los gobiernos y en la opinión pública, podría superar sus mayores obstáculos técnicos y económicos.

Sin embargo, han surgido dificultades que no sólo han encarecido el proyecto, sino que también han generado importantes problemas de seguridad. Finalmente se estima que el coste del nuevo reactor alcanzará por lo menos 4.500 millones de euros, un 50% más que lo previsto. Este cambio en el presupuesto ha producido discrepancias entre la compañía francesa y sus clientes finlandeses, y para dirimirlas se ha recurrido a un tribunal de arbitraje.

Se creía que la normalización de los reactores acortaría los plazos de construcción, pero tras casi cuatro años de trabajo en Olkiluoto no se sabe todavía a ciencia cierta cuándo se acabará. Además, desde el comienzo se ha acusado a Areva de emplear a trabajadores no cualificados y de provocar problemas en la construcción de la planta.

El organismo finlandés encargado de la seguridad nuclear advirtió que la base de hormigón del reactor presentaba poros y era propensa a la corrosión. También se ha observado que existen agujeros en el contenedor de seguridad del reactor. Se cree que todo eso se debe a la falta de experiencia de las empresas subcontratadas por Areva. Pero Finlandia no es el único caso. La planta francesa de Flamanville, clónica de la de Olkiluoto, también lleva retraso y se ha pasado de presupuesto. Vista la experiencia, Areva calcula ahora que una central de este modelo puede costar hasta 6.000 millones de euros, el doble del precio ofrecido a los finlandeses.

¿Nuevas centrales o alargar la vida de las viejas?

El caso de Olkiluoto es interesante porque muestra los problemas técnicos y financieros de la construcción de centrales en un momento en que varios gobiernos, sobre todo europeos, proyectan nuevos reactores para sustituir a los que se acercan al final de la vida útil (cfr. Aceprensa, 16-03-2009).

Según un estudio realizado por Mycle Schneider, experto en energía y crítico de la nuclear, de los 45 reactores que se están construyendo en el mundo, 22 llevan retraso y 9 no tienen aún fecha fijada para empezar la construcción. Esto indica que los nuevos modelos de reactores no son, al menos todavía, tan fáciles de instalar ni tan baratos como se esperaba.

La dificultad técnica y las demoras llevan a pensar que tal vez la energía nuclear no sea aún una solución factible para reducir la emisión de gases invernadero. La Agencia de la Energía Nuclear (NEA), organismo dependiente de la OCDE, ha señalado que para que tuviera un impacto significativo, sería necesario construir una media de 12 reactores nuevos cada año hasta 2030, una meta prácticamente inasequible con los medios actuales (cfr. Aceprensa, 6-06-2001).

A ello se añaden los problemas de financiación. Como ha indicado Paul Joskow, profesor de economía del MIT, en otros lugares han tomado nota del caso finlandés. Por ejemplo, en Florida y Georgia se ha subido la tarifa eléctrica para financiar en el futuro la construcción de nuevos reactores. La situación además se agrava en el contexto de la crisis económica: hay menos demanda energética y más dificultades para conseguir créditos.

Los expertos se preguntan si no será económicamente más viable alargar la vida útil y amortizar las centrales existentes, construidas durante los años sesenta, setenta y ochenta, siempre que mantengan los requisitos de seguridad. En España, el Consejo de Seguridad Nuclear ha emitido un dictamen donde señala que la central de Santa María de Garoña, que el ejecutivo de Rodríguez Zapatero prometió cerrar, podría seguir proporcionando energía diez años más. Para J.M. Kindelán, ex presidente del Consejo de Seguridad Nuclear, no tiene sentido despreciar el enorme ahorro que supone prolongar la vida de las centrales nucleares (El País, 10-06-2009).

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