¿Elevar los ingresos de todos o reducir la desigualdad?

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Un congreso celebrado en la Universidad de Georgetown, del 11 al 13 de mayo, ha reflexionado sobre el modo de limar las diferencias ideológicas que enfrentan a republicanos y demócratas en la lucha contra la pobreza. Por su parte, The Information Technology and Innovation Foundation, un think tank que sintoniza con el Partido Demócrata, trata de moderar el discurso de la izquierda norteamericana sobre la desigualdad.

El presidente Barack Obama fue la estrella invitada del debate organizado por la Universidad de Georgetown en el marco del “Catholic-Evangelical Leadership Summit on Overcomming Poverty”. La posición conservadora estuvo representada por Arthur Brooks, presidente del American Enterprise Institute. Más próximo a Obama, el sociólogo de Harvard Robert Putnam trató de conciliar a ambos lados. El debate estuvo moderado por el periodista del Washington Post E.J. Dionne.

Una red de seguridad para los más pobres

Obama no dudó en elogiar el libre mercado por ser el sistema económico que “más riqueza ha creado en la historia”. También aseguró que “el mejor programa contra la pobreza es crear empleo”, otra frase que debió de agradar a los republicanos presentes.

Pero en el transcurso del debate, publicado por la Casa Blanca, criticó “la ideología antiestatista que desincentiva la inversión en bienes públicos” y que a la larga acentúa la desigualdad entre ricos y pobres.

A esto replicó Arthur Brooks, de orientación liberal-conservadora, que los defensores de la economía de mercado no niegan que existan bienes públicos como tampoco cuestionan el necesario papel del Estado. Su objeción es que el Partido Demócrata no siempre tiene en cuenta en qué casos tiene sentido esa intervención y en cuáles hay más costes que beneficios.

Brooks también aprovechó para aclarar que los conservadores no se oponen por sistema a los programas sociales. Lo que defienden es que para que la ayuda del Estado funcione de verdad como una red de seguridad para los pobres “debería limitarse a los más necesitados”, y no convertirla en un derecho indiscutido de la clase media.

Un ejemplo de lo que dice Brooks son los cupones de comida, un programa que fue pensado para ayudas de emergencia a los pobres y que hoy cubre a casi 48 millones de personas. A principios de los años 70, uno de cada cincuenta norteamericanos recibía esta ayuda; hoy es uno de cada siete.

Si nos preocupa la pobreza, tenemos que interesarnos también por la dimensión familiar de este problema (Robert Putnam)

La economía importa, la familia también

Entre Obama y Brooks estaba Robert Putnam, que acaba de publicar Our Kids: The American Dream in Crisis, un diagnóstico sobre las consecuencias de la desigualdad en los hijos. En él señala que, desde mediados de los años 80, se ha ensanchado la brecha de oportunidades entre los hijos de padres con título universitario y los de padres con un nivel inferior de educación.

Putnam, que se declara de izquierdas, coincidió con Obama en que parte del problema es que “hemos dejado de invertir en bienes públicos que beneficiarían a todos, pero sobre todo a los pobres”. Y puso el ejemplo de las actividades extraescolares: hace unos 20 años, estas actividades eran gratuitas para todos; hoy a una familia con dos hijos le cuesta unos 1.600 dólares anuales apuntarlos a alguna actividad, algo que no todo el mundo se puede permitir.

Pero el dinero no explica todas las desventajas. “Los que estamos en el lado más progresista tenemos que preguntarnos: ¿cómo hemos llegado a una situación en que dos tercios de los nacidos en lo que antes se llamaba clase obrera viven en hogares monoparentales, y qué podemos hacer para arreglar esto?”, dijo Putnam. “Si nos preocupa la pobreza, tenemos que interesarnos también por (…) la dimensión familiar de este problema”.

División en el Partido Demócrata

Otra institución a favor de un discurso centrista sobre la pobreza es The Information Technology and Innovation Foundation (ITIF), presidida por Robert Atkinson, exasesor de Bill Clinton. Aquí el objetivo es acercar posiciones entre los demócratas más pragmáticos, como el gobernador de Delaware Jack Markell, y los más populistas, como Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts y azote de Wall Street, y Bill de Blasio, alcalde de Nueva York.

Se trata de un cisma que ha ido tomando cuerpo dentro del Partido Demócrata durante la crisis económica. “Cuando hablamos sobre movilidad económica, nos mantenemos unidos. Es [el debate sobre] la desigualdad lo que nos desune”, explicaba Markell a The Atlantic en 2013. En su opinión, los votantes de clase media desconfían de la cruzada demócrata contra la desigualdad: lo ven como un intento de igualar a todos por abajo, en vez de como un esfuerzo por mejorar la situación de todos.

“Prosperidad inclusiva” sin prosperidad

En un reciente informe del ITIF (1), Atkinson critica a los demócratas que priorizan el debate sobre la desigualdad frente al del crecimiento económico: “Rechazar una economía en la que todos crecen, pero donde los de abajo crecen menos, es perder de vista que el verdadero objetivo del progresismo debería ser elevar los ingresos de los más desfavorecidos, no reducir el coeficiente de Gini [que mide la desigualdad] movidos por la indignación”.

Este informe es una respuesta a otro publicado por el Center for American Pogress (CAP), un think tank cuya vinculación con el Partido Demócrata es todavía más clara. A principios de año, el CAP propuso reenmarcar el debate sobre la desigualdad bajo el concepto de “prosperidad inclusiva”. “Necesitamos nuevas instituciones sociales y políticas que pongan a funcionar el capitalismo del siglo XXI para la mayoría y no para unos pocos”, decía el documento (2).

Pero, en el fondo, este informe desconfiaba de todo crecimiento económico que no resultase en más igualdad. De ahí que algunas de sus propuestas estrella fueran en la línea de la redistribución.

Atkinson reconoce que la agenda de estos demócratas “seguramente logrará reducir el coeficiente de Gini y mejorar la situación económica del 80% de los que menos tienen, al menos a corto plazo”. Pero advierte que “cualquier ganancia que provenga de la redistribución será temporal, a menos que vaya acompañada de un fuerte crecimiento”. Para ello, el informe del ITIF propone poner el acento en “la productividad, la innovación y la competencia”.

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Notas

(1) Robert D. Atkinson, Inclusive Prosperity Without the Prosperity: the Limits of the “Middle-Out” Strategy, The Information Technology and Innovation Foundation, mayo de 2015.

(2) Report of the Commission on Inclusive Prosperity, Center for American Pogress, enero de 2015.

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