Para conciliar ética y beneficios, surgieron en Estados Unidos hace unos años fondos de inversión orientados hacia sociedades mercantiles que respetan el medio ambiente y cierta ética social. Se calcula que, en estos momento, más del 10% del ahorro norteamericano se puede considerar capital «económicamente correcto».
Esa tendencia ha llegado también a Europa: la conocida empresa de servicios financieros Dow Jones acaba de crear un índice de valores éticos que incluye a 225 sociedades, y que es ya utilizado por nueve instituciones financieras. En Gran Bretaña se anuncia la futura obligación legal de que los fondos de pensiones informen sobre si tienen en cuenta criterios éticos, ecológicos o sociales al decidir sus inversiones. El cuarto banco europeo, ABN Amro, va a lanzar también un producto financiero de este tipo. El más importante fondo de Suecia acaba de realizar un sondeo entre su millón de suscriptores: el 80% se manifiesta a favor de a colocar el dinero teniendo en cuenta criterios éticos, siempre que no disminuya sensiblemente la rentabilidad del capital.
Al dar noticia de este fenómeno, Le Monde (27-X-99) advierte que también está cambiando el tipo de actores en este sector y su estrategia. Al principio, era una acción de tipo «militante», de gente que tomaba una participación, a veces mínima, en algunas empresas, para influir -al menos con su voz- en las prácticas medioambientales o sociales. Esta estrategia ha dejado paso a otra que busca la deseable armonía entre rentabilidad económica y social. En EE.UU., el prestigioso y rentable Domini Social Equity Fund (cf. servicio 27/99) se ha multiplicado por cinco en dos años, y el 28% de su cartera corresponde a fondos de pensiones. Según declaran, consideran que en Europa «los operadores financieros son más abiertos que en Estados Unidos, donde tienen miedo de parecer débiles si muestran que les preocupa la ética».
Los criterios para definir qué empresas merecen esa confianza ética son variados y discutibles. Incluyen el respeto al medio ambiente, la política laboral (formación del personal, rotación de asalariados, accidentes laborales, huelgas), la trasparencia con los accionistas, las relaciones con la sociedad civil… Para valorarlos, se van aplicando procedimientos semejantes a los que utilizan los servicios de «notación financiera»: informaciones generales y balances sociales, bases de datos públicas, envío de cuestionarios a las empresas, visitas a fábricas, entrevistas a directivos.
Algunos fondos usarán esos criterios para influir en las compañías. Y no faltarán quienes empleen lo «económicamente correcto» como medio de publicidad para mejorar su imagen.