En la primera Cumbre mundial del microcrédito se reunieron en Washington a principios de febrero dos mil personas: representantes de países pobres, ONGs y gestores de entidades de crédito. El objetivo que se han marcado los delegados es lograr que en el año 2005 cien millones de familias pobres de todo el mundo tengan acceso a este tipo de pequeños créditos. El plan es ambicioso, pues actualmente se benefician de estos créditos para pobres menos de 9 millones de personas, la mitad de ellas en Bangladesh.
El coste estimado del plan es de 21,6 millardos de dólares, que serían financiados por los países ricos y las organizaciones internacionales (7), los países en desarrollo (1,6), el sector privado y las organizaciones de lucha contra la pobreza (2,5). El resto provendría de devoluciones de clientes del microcrédito y de préstamos de bancos comerciales.
El sistema inicial del microcrédito consistía en dar pequeños préstamos, a corto plazo, a gente pobre insolvente de medios rurales en países en desarrollo, con la intención de que creasen sus propios empleos y superasen su situación de precariedad. Empezó a funcionar hace dos décadas en el Grameen Bank de Bangladesh, por iniciativa de Mohammad Yunus.
El banco cuenta hoy con más de 2 millones de clientes, y obtiene beneficios. Una tercera parte de sus clientes ha superado el umbral oficial de la pobreza y otro tercio está cerca de lograrlo. En 1996 concedió alrededor de 450 millones de dólares en créditos, sobre todo a mujeres pobres (ver servicio 85/95, pág. 4).
Por lo general, las ayudas son de duración corta, van destinadas preferentemente a mujeres pobres -dos tercios del total de beneficiarios son mujeres-, tienen una tasa de devolución elevada (del 95% al 99%), y pueden ampliarse progresivamente.
En vista del éxito, la fórmula inicial se ha extendido también a clientes de la ciudad, a gente con pequeños ahorros e incluso a empresas muy pequeñas no relacionadas con bancos comerciales. Poco a poco, el sistema del microcrédito experimentado se ha extendido a 43 países, incluidos algunos desarrollados, como Estados Unidos. Han nacido miles de organizaciones que manejan unos 1.000 millones de dólares (140.000 millones de pesetas) que benefician a más de 8 millones de personas. En Benin, por ejemplo, hay 173.000 beneficiarios de microcréditos, que suponen el 5% de la masa monetaria. Por su parte, la Caja francesa de Desarrollo concede créditos pequeños a 35.000 personas en Burkina Faso y a 50.000 en Guinea.
Los montantes de los préstamos son variados. Así, las personas con ahorros pueden recibir -en función directamente proporcional a sus ahorros- entre 180 y 540 dólares (de 25.000 a 75.000 pesetas), mientras que las ayudas a personas indigentes rondan los 90 dólares (12.500 pesetas). Los créditos a las «empresas muy pequeñas» (las de pocos empleados, con equipos rudimentarios, funcionamiento informal, mezcla de capital familiar y profesional y falta de relación con bancos comerciales) pueden ser a corto plazo, por valor de 540 a 1.790 dólares, para financiar la compra de materias primas o bienes de equipo, y a medio plazo (2 y 3 años), rara vez por más de 8.900 dólares (1,25 millones de pesetas).