El movimiento decrecentista propone dejar de perseguir el aumento continuo del PIB, a fin de parar la destrucción de la naturaleza y lograr una economía más justa y humana. Noah Smith, profesor de Finanzas, sostiene en Bloomberg que en esa idea hay parte de verdad, pero también “errores sobre qué es el crecimiento económico y por qué es deseable”.
Está claro que los países pobres necesitan crecer; lo que se pone en cuestión es el continuo crecimiento de los países ricos, porque devora los recursos de la Tierra. Pero, observa Smith, “a menudo, crecer significa hacer más con menos”, y en apoyo de su tesis aporta datos sobre el uso menor o constante de algunas materias primas en las últimas décadas.
Eso se explica por varias razones: en los países desarrollados, la demanda va pasando de bienes industriales a servicios, y el progreso técnico permite un empleo más eficiente de los recursos. Smith no menciona la paradoja de Jevons (toda mejora de la eficiencia en el uso de un recurso disminuye el consumo por unidad de producción, pero aumenta el consumo total porque lo abarata); pero parece implicar que no se cumple, al menos, cuando la innovación permite cambiar un recurso no renovable por otro renovable, como el carbón por la energía solar. Y el crecimiento favorece esos adelantos.
“Pero no porque el crecimiento pueda ser sostenible –anota Smith– es siempre sensato intentar maximizarlo. El PIB es solo una de muchas medidas del bienestar humano; muchas veces lo lógico es que una sociedad se centre en mejorar la salud de la población, combatir la desigualdad o promover el ocio”. De hecho –dice, con ideas del economista Dietrich Vollrath–, que el crecimiento se haga más lento puede ser signo de madurez, no de debilidad; “en una economía mundial sana, los países desarrollados tienden a crecer más despacio que los países en desarrollo”. Sus prioridades, como educación o sanidad, son servicios donde el aumento de la productividad es lento.
Ahora bien, para que los países pobres crezcan, y más rápido, hace falta que los ricos no se estanquen, para seguir demandando productos de aquellos, así como crear y perfeccionar tecnologías con que también ellos puedan hacer más con menos y alcanzar un desarrollo sostenible. Pues “cuanto menos rico es un país, más priman las necesidades económicas sobre la protección del medio ambiente”.