Recortes sanitarios a favor de la cartera y de la salud

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Cada una de las asociaciones médicas ha propuesto cinco maneras de reducir el coste sin mermar la calidad del servicio

Muchos temen que cualquier recorte en el gasto sanitario se haga en detrimento de la salud de los pacientes. Pero también se puede ahorrar gastando mejor, y todo indica que en el gasto sanitario hay mucho espacio para hacer un uso más racional de los recursos.

En Estados Unidos, nueve asociaciones médicas se han unido en una campaña que busca convencer a médicos y pacientes de que una cantidad ingente de dinero se desperdicia cada año en forma de hospitalizaciones y pruebas (radiografías, electrocardiogramas, resonancias magnéticas…) que son innecesarias o incluso contraproducentes.

La campaña, puesta en marcha por la ABIM Foundation (una asociación que trabaja “por la profesionalidad de los médicos”), apela a la prudencia de los pacientes y a la profesionalidad de los médicos: Choosing Wisely es su nombre en inglés, “elegir sabiamente”. Las nueve asociaciones, que representan a cerca de 375.000 médicos en total, aseguran que no pretenden sustraer al paciente la decisión sobre el tratamiento –hay que tener en cuenta que una gran proporción de norteamericanos tienen contratado un seguro sanitario privado–, pero advierten que, según sus estimaciones, casi un tercio del gasto anual en sanidad resulta médicamente improductivo.

Según sus estimaciones, casi un tercio del gasto anual en sanidad resulta médicamente improductivo

Informar al paciente

Cada una de las asociaciones ha propuesto cinco maneras de reducir el coste sin mermar la calidad del servicio. En total, son 45 formas de racionalizar el gasto. Otros ocho organismos han decidido participar en la iniciativa, y se están estudiando sus propuestas.

Este no es el primer programa que alerta del dispendio sanitario. En 2009 una campaña gubernamental recomendaba a las mujeres que se sometieran a menos mamografías. Además, se han ido prohibiendo algunos medicamentos que durante un tiempo fueron usados para tratar el cáncer de mama, lo que ha provocado cierto descontento. Si a esto se le suma el típico recelo norteamericano a que el gobierno “meta las narices” en la vida privada de los ciudadanos, se comprende la resistencia que han suscitado campañas como Choosing Wisely entre algunas personas.

Sin embargo, los representantes de las nueve asociaciones médicas han reiterado que se trata solo de informar al paciente, de hacer que se lo piense dos veces antes de tirar su dinero, o el de otros. Además, consideran que es importante que este mensaje lo den los médicos.

Hasta ahora, la iniciativa en este campo la habían llevado las compañías aseguradoras. Entre otras cosas, las aseguradoras habían criticado los incentivos fiscales de los que se beneficiaban los médicos especialistas que realizaban las pruebas, y que lógicamente tenían mucho interés en que los pacientes siguieran haciéndoselas. También denunciaban que muchos médicos ordenaban la realización de las pruebas simplemente por cubrirse las espaldas contra una eventual reclamación por negligencia. Por su parte, los pacientes argumentaban que el dispendio de dinero en pruebas inútiles se acabaría cuando pudieran no temer la frivolidad en el diagnóstico por parte de muchos médicos. Choosing Wisely quiere romper con este círculo de desconfianza entre médico, paciente y aseguradora.

Por otro lado, los datos corroboran la teoría de que esta desconfianza estaba provocando que se malgastara mucho dinero. En un sondeo de 2010 realizada por Consumers Report (CR)–la asociación de consumidores más importante de Estados Unidos–, un 44% de los encuestados declaró haberse sometido a alguna prueba del corazón que, según los especialistas consultados por Consumer Reports (CR) –la asociación de consumidores más importante de Estados Unidos–, supuso más peligros que posibles beneficios para la salud del paciente. Otro estudio, esta vez de Archives of Internal Medicine (septiembre de 2011), concluía que un 80% de los médicos encuestados habían prescrito alguna prueba por temor a ser demandados, pero sin que la prueba fuese necesaria desde el punto de vista médico.

No dar pábulo a los hipocondríacos

Cada asociación médica ha elaborado una serie de recomendaciones y de preguntas que los pacientes y los médicos deberían hacerse antes de optar por someterse a una prueba. Por ejemplo, el American College of Physicians se pregunta: “¿Es necesario un TAC o una resonancia magnética cuando una persona ha sufrido un desmayo?”. Desde su punto de vista, la respuesta es no: la mayor parte de las veces se trata de un simple síncope provocado por el calor, el cansancio u otras causas; el médico frecuentemente conoce las circunstancias y en la mayor parte de los casos puede diferenciar unos casos de otros.

De la misma manera, la asociación de cardiólogos (American College of Cardiology) desaconseja que las revisiones anuales de los “adultos sanos y sin síntomas de enfermedad cardiaca” incluyan un electrocardiograma por definición. En la mayor parte de los casos, estas pruebas no son eficientes. Cuando se produzcan síntomas anormales es cuando las pruebas resultan convenientes.

Incluso los oncólogos se apuntan a los recortes de lo innecesario. Por un lado, se pueden reducir gastos no realizando tantos TAC a los afectados de algunos tipos de cáncer (mama y colon, por ejemplo) en fases primarias, y cuando se haya comprobado que el cáncer tiene pocas posibilidades de extenderse. Por otro lado, en pacientes terminales, los cuidados paliativos son más eficaces y más baratos que la quimioterapia o la radioterapia: con ellos la calidad y la esperanza de vida del paciente aumentan más que con esos tratamientos agresivos.

También los nefrólogos, alergólogos, médicos de familia, radiólogos y gastroenterólogos proponen sus cinco ideas para ahorrar gastos. Se pueden consultar todas en la web de la campaña.

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