Apoyar financieramente la labor de emprendedores con ideas innovadoras en un campo de acción social es el fin de la ONG Ashoka, que se acaba de presentar en España. William Drayton, creador de Ashoka (www.ashoka.org, ver Aceprensa 47/04) se esforzó, durante la presentación de la filial española, por distinguir su organización de la mera beneficencia. Ashoka proporciona dinero para apoyar ideas con impacto social. Pero tienen que ser proyectos auténticamente innovadores. Sus impulsores tienen que demostrar que conocen los problemas, tienen soluciones y están dispuestos a dedicarse a ellas en cuerpo y alma.
Con esta pauta, la directora de Ashoka España (www.emprendedoressociales.es), María Zapata, espera encontrar a cuatro (o hasta seis) personas para formar parte del grupo de 150 a las que Ashoka elige cada año para financiar durante tres sus proyectos. Para ser exactos, Ashoka no financia proyectos, sino que «libera» a líderes con becas que les permitan dedicarse a desarrollar su idea.
No será fácil hacer entender qué es un «emprendedor social» en un país como España, con tantas ONG, instituciones de beneficencia e iniciativa social en general. Drayton, que creó Ashoka hace 25 años, está convencido de que la iniciativa privada que busca el bien social es una fuerza que mueve y sobre todo moverá la historia.
Ashoka pretende dar a la beneficencia -en el mejor sentido de la palabra- rigor profesional, y su ejemplo es sin duda interesante para las ONG españolas, ya que a partir de 2007 verán reducidos a la mitad los fondos que la UE les destinaba. Para garantizar la independencia y continuidad de los proyectos, Ashoka renuncia a toda ayuda gubernamental. Caixa Cataluña -socio «estratégico» de Ashoka en España- aportará la mitad de los 600.000 euros de presupuesto anual. Otros socios son Grupo Norte, VIPS, E. Doménech, Antonio González-Barros (infojobs) y Diego Hidalgo.
Los «emprendedores sociales» son evaluados por una comisión de veinte personas que tiene que dar un veredicto unánime de que son aptos para recibir apoyo. En el proceso se evalúa la eficacia de la idea, la creatividad, la calidad emprendedora del candidato (punto fundamental), el impacto social de la idea y la «fibra ética»: que la persona sea capaz de inspirar confianza.
Los candidatos son personas inconformistas, dispuestas a cambiar la sociedad, «que se casan con su idea», en palabras de María Zapata. ¿Ejemplos de tales empresarios? Huero Billimoria, una mujer que puso en marcha en la India un teléfono gratuito para asesorar a niños que son víctimas de malos tratos (el teléfono es atendido también por niños); Al Etmanski, fundador en Canadá de una red de apoyo a personas con discapacidades cuyos padres han muerto…
«Darse permiso» para poner en marcha una idea es una expresión que utiliza Bill Drayton con frecuencia. Una gran idea y una gran capacidad de acción son, sin duda, cualidades poco frecuentes. No es extraño que Ashoka resulte atractiva para personas muy variadas, y así por ejemplo José Luis Rodríguez Zapatero regaló a sus ministros el libro «Cómo cambiar el mundo» (ver Aceprensa 47/04), donde David Bornstein describe las actividades de los «becarios» de esta organización.
Santiago Mata