En el último Informe sobre Desarrollo Humano, de la ONU, Suecia es el segundo país de la clasificación general, tras Noruega, y ocupa el mismo lugar en la tabla de indicadores sanitarios. No se entiende, entonces, la mala salud de los trabajadores suecos. Según un informe oficial publicado en septiembre, un día cualquiera del año pasado estaban de baja por enfermedad en Suecia 430.000 asalariados por término medio, el 10% de la población activa. En el mismo año, estuvo de baja más de una semana uno de cada 20 trabajadores, el doble de la media de la Unión Europea. La duración media de las bajas fue de casi 25 días por trabajador, 11 días más que en 1998.
Una explicación de esta alta morbilidad puede ser lo que ha descubierto una encuesta reciente encargada por la patronal sueca. El 62% de los trabajadores reconocen haber tomado bajas sin estar realmente enfermos, y no ven nada malo en ello.
La baja por enfermedad es bastante fácil en Suecia. Hasta el octavo día no se necesita justificante médico, que se puede conseguir con una simple llamada telefónica. En general, los médicos prefieren no hacer averiguaciones. «Para el médico, extender un certificado lleva 30 segundos -explica Eric Jannerfeldt, asesor médico de la patronal-. Convencer a alguien de que está en condiciones de volver al trabajo puede costar una hora, y mientras tanto, la sala de espera se va llenando» (International Herald Tribune, 25-IX-2002).
La Seguridad Social tampoco vigila mucho, pues se puede tomar una semana hasta seis veces al año sin que la empresa pueda transferir el costo al Estado. El primer día de baja no es remunerado; pero después el enfermo cobra el 80% del salario, a cargo de la empresa las dos primeras semanas, y a cargo de la Seguridad Social después, sin limitación de tiempo. Además, la Seguridad Social paga otro 10% durante los tres primeros meses.
El sistema actual procede de una reforma adoptada en 1998 por el gobierno del socialdemócrata Goran Persson, que subió del 75% al 80% del salario la paga a cargo de la Seguridad Social. Las bajas por enfermedad se multiplicaron de inmediato. En 1997, el número medio de días de baja por trabajador fue de 11,1; al año siguiente pasó a 14, y ha seguido aumentando hasta 24,4 días en 2001. El coste para el Estado ha llevado una evolución paralela: de algo más de 2.000 millones de dólares anuales en 1998 a 5.300 en la actualidad.
Magnus Henrekson, de la Escuela de Economía de Estocolmo, cree que la generosidad del Estado-Providencia sueco fomenta el síndrome del denominado enfermo imaginario. «Si te descargan de la responsabilidad de recobrarte, pierdes motivación para ponerte mejor -dice al International Herald Tribune-. Si al levantarme por la mañana, me pregunto si tengo alguna dolencia, alguna encontraré».
Persson ha sido reelegido primer ministro en las elecciones del 15 de septiembre, con cerca del 40% de los votos. Es la tercera victoria seguida de los socialdemócratas, que han ocupado el gobierno en Suecia durante 61 de los últimos 70 años.