De entre los antiguos países comunistas, Polonia es el que ha avanzado más rápido por el camino de la privatización. La parte del sector privado en el producto interior bruto (PIB) ha pasado del 29% en 1989 al 45% en 1992, según datos proporcionados por el ministro de Privatizaciones, Janusz Lewandowski. En comparación, el sector privado supone el 35% del PIB en Hungría, el 23% en Rumania y el 20% en Checoslovaquia.
En los dos últimos años, los empleos en el sector privado han aumentado en dos millones. Actualmente, este sector emplea a 9,2 millones de trabajadores, frente a 6,7 millones en el sector público.
El paso al sector privado se ha concentrado en actividades donde las expectativas de ganancias son mejores. La parte correspondiente al privado se eleva ya al 90% en el comercio y al 70% en la construcción. En el conjunto de la industria, el sector privado supone el 39,3%.
Por lo general, la emergencia del sector privado se debe en buena parte a la privatización de pequeñas empresas, que ha permitido una rápida transformación del comercio minorista. También ha avanzado la privatización de la agricultura, si bien la mayoría de este sector estuvo siempre en manos privadas, incluso durante la época comunista. El proceso marcha con más lentitud en lo que respecta a las «grandes privatizaciones», correspondientes a sectores industriales como la petroquímica, el automóvil o la construcción naval. Sin embargo, las privatizaciones no han aportado al Tesoro público el dinero esperado. En los dos últimos años, la venta de empresas públicas ha supuesto para el Estado unos ingresos de 302 millones de dólares, en vez de los 1.323 millones previstos.