Dentro de sus promesas electorales, Donald Trump ha anunciado su propósito de “repatriar los empleos”. Se trata de los puestos de trabajo perdidos en las manufacturas de EE.UU. por la importación de mercancías más baratas de países menos desarrollados y por la práctica de multinacionales americanas de trasladar la fabricación a países con salarios más bajos. Pero repatriar el empleo puede ser más difícil que repatriar tropas.
Y no solo porque puede desatar una guerra comercial con China e infringir las normas de la Organización Mundial del Comercio, sino también porque va contra las corrientes económicas que han impulsado la globalización.
A primera vista, la evolución del empleo en EE.UU. no parece mala. La tasa de paro, que llegó a acerc…
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