En Italia hablan cada vez más de la “inquisición gay”, que impide tratar con serenidad problemas que se refieran a los homosexuales. Ante cualquier afirmación, por muy ponderada que sea, aparece enseguida el lobby gay negando el pan y la sal a quien se haya permitido poner en duda las verdades oficiales o las peticiones legislativas de los activistas homosexuales. Pero una cosa es que la homosexualidad como tal haya desaparecido de las listas oficiales de las enfermedades psiquiátricas, y otra muy distinta que, como cualquier hijo de vecino, los homosexuales puedan tener dolencias que afectan a los nervios o a la mente y que requieren una ayuda médica.
Este es el trasfondo de la entrevista que hace Massimo Introvigne en La Nuova Bussola Quo…
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