El médico francés Alain Deloche, presidente de la Chaîne de l’Espoir, una de las ONG que suministra atención sanitaria en Haití, advierte en Le Monde que esta ayuda humanitaria está perjudicando a la medicina del país, porque la reemplaza y la debilita.
Deloche no pone reparo a la ayuda humanitaria que empezó a llegar a Haití inmediatamente tras el terremoto. El problema es que, por la forma en que se está llevando a cabo, los extranjeros desplazan a los hospitales y médicos haitianos. Los de fuera están ayudando mucho a la población, pero no a la sanidad nacional, la que tendrá que atender a los pacientes cuando ellos se vayan.
“¿Cómo podrá vender sus bananas un pequeño campesino, si las organizaciones humanitarias distribuyen víveres gratis? -advierte Deloche-. De la misma manera, la medicina gratuita amenaza destruir el sistema sanitario de Haití”.
Seis meses después del terremoto, “la situación de hospitales, médicos, personal sanitario es sencillamente espantosa: ya no hay medios, y los pacientes ya no están dispuestos a recurrir a una atención que no sea gratuita”. En consecuencia, unos hospitales se ven forzados a cerrar, otros tienen que reducir la plantilla. “Y los que, mal que bien, consiguen mantenerse no encuentran enfermeros ni médicos jóvenes porque los contratan las ONG, con salarios mucho más elevados”.
La sanidad haitiana no puede competir con las ONG. Una sola de ellas ha recibido para trabajar en el país donaciones equivalentes al triple del presupuesto anual del Ministerio de Sanidad haitiano. Pero la misión de las ONG es atender una emergencia, no instalarse en el país. Un día las ONG “se retirarán, y si el país ha vivido gracias a la alimentación intravenosa, no sobrevivirá cuando le quiten la sonda”.
Por eso, la solidaridad internacional tiene que pasar de “la intervención y la asistencia” a “movilizarse para ayudar a las estructuras locales, a la formación”. “Es otra clase de urgencia. Hoy quizá es la primera”.