“Mucho trabajo, mucho enemigo”. Así es como la prensa alemana ha descrito la situación de Robert Habeck, ministro de Economía y Protección Climática, tras presentar su plan para afrontar el cambio climático. Un programa ambicioso que persigue cumplir con el Acuerdo de París, pero del que poco se sabe sobre su coste global.
En su primer discurso como nuevo ministro, el político de Los Verdes se centró en la lucha contra el calentamiento global. Comenzó con las ayudas para empresas dañadas por el covid, pero la mayoría de sus comentarios sirvieron como justificación para priorizar la transición energética mediante una enmienda a la Ley de Fuentes de Energía Renovable. Y es que el político verde es responsable de lo que probablemente sea el objetivo más ambicioso del nuevo gobierno federal: para 2030, el 80% de la electricidad en Alemania deberá provenir de energías renovables como la eólica y la solar.
El “superministerio” dirigido por Habeck presentará este año dos paquetes de medidas para la protección climática: un “paquete de Pascua” a finales de abril y un segundo paquete en verano. Entre las medidas que quiere poner en marcha destacan –y han creado mayor controversia– la expansión de la energía eólica y solar, y mantener las centrales eléctricas de gas como reserva energética. Todas ellas, con sus partidarios y sus detractores.
A por el 2%
Actualmente, el 0,8% de la superficie en Alemania está destinada al uso de turbinas eólicas. El nuevo gobierno federal quiere aumentar la proporción al 2%. Habeck ve potencial, por ejemplo, en áreas que anteriormente han sido utilizadas por el ejército o el servicio meteorológico, o también en bosques “muertos” que han sido arrasados por incendios o desastres naturales.
Solo 2 estados han respaldado el objetivo de dedicar el 2% del suelo a parques eólicos
El primer problema que encuentra esta expansión es que solo Schleswig-Holstein y Hesse se encuentran cerca del objetivo del 2%. Baviera, por ejemplo, aplica la regla 10H: la distancia a un edificio residencial debe ser diez veces la altura del aerogenerador. Una regla que a Habeck le gustaría sobrepasar, pero, tal y como explica Gerd Landsberg, director de la Asociación Alemana de Ciudades y Municipios, “tenemos una estructura federal y solo 2 estados han respaldado el objetivo del 2%; el gobierno federal no puede intervenir en eso”. Y el presidente de Baviera Markus Söder dejó clara su postura: la ley se queda como está.
Los políticos no son los únicos que han dejado ver sus reticencias. Jörg-Andreas Krüger, presidente de la Unión Alemana para la Conservación de la Naturaleza, expuso su preocupación respecto a aumentar la cantidad de parques eólicos porque “no suponen una protección para el medioambiente, sino que lo perjudican, y pueden eliminar ciertas especies de aves” dijo Krüger.
En una entrevista en el Tagesschau de ARD, el ministro Habeck replicó: “La expansión de la energía eólica no va en detrimento de las especies. En casos particulares puede suceder, pero se pueden reconciliar ambos aspectos si se es un poco creativo”.
Cabe preguntarse a quién le corresponde dicha creatividad.
Otro aspecto que el nuevo superministro quiere impulsar es la expansión de la energía solar con un “paquete de medidas de aceleración solar”. Una de ellas es establecer una ley que obligue a los edificios comerciales de nueva construcción a tener en el tejado paneles solares. Un hecho que eleva sustancialmente los costes de construcción y que, en un futuro, debiera también convertirse en la norma para las viviendas. El ministro no explicó en su comparecencia, sin embargo, cómo pretendía implementar este cambio.
En vista de la eliminación de la energía nuclear y del carbón, Habeck pretende mantener las centrales eléctricas de gas como tecnología de transición y reserva. Es decir, como seguro en caso de que el sol no brille o el viento no sople.
Una oportunidad para la industria
Ante la abundancia de problemas –no solo climáticos–, la oposición acusó a Habeck en su comparecencia en el Bundestag de inacción en otras áreas importantes de las que es máximo responsable, como por ejemplo la política económica.
El paquete de medidas para contrarrestar el cambio climático supondría un coste anual de 50.000 millones de euros
La industria alemana, sin embargo, está dando señales de apertura a los planes del ministro. “La mano de la industria está tendida”, afirmó Siegfried Russwurm, presidente de la Federación de Industrias Alemanas (BDI). Al mismo tiempo, advirtió que no hay que perder de vista la realidad en medio de estas metas ambiciosas. Porque las preocupaciones en la economía son grandes: la BDI estima que 2022 podría ser otro año de paradas y arranques, con un posible crecimiento del 3,5%. Pero se trata de una cifra insuficiente, según Russwurm.
Un dato importante que no reveló el ministro es el coste que supone esta transición. Reiner Holznagel, presidente de la Asociación de Contribuyentes, estimó en la revista BILD que el paquete de medidas del ministro Habeck para contrarrestar el cambio climático supondría un coste anual de 50.000 millones de euros, una cifra nada desdeñable. Sin embargo, el ministro no dijo nada al respecto, y se limitó a enfatizar que el gobierno actual había adoptado el objetivo climático de la gran coalición anterior.
Habeck es consciente de que los ciudadanos y las empresas podrían culpar al nuevo gobierno por el aumento de los precios debido a la transición energética. Por ello, a corto plazo, el gobierno alemán quiere dar subsidios de calefacción para los hogares más necesitados: una ayuda que, de media, reducirá el coste anual en 300 euros. A largo plazo, la electricidad verde y el hidrógeno generados localmente deberían garantizar la estabilidad de precios con seguridad de suministro simultánea, favoreciendo una mayor independencia de las importaciones.
El nuevo don Quijote
“Resistencia en los municipios, en los Länder y en la Unión Europea. ¿Es usted el don Quijote que lucha por los molinos de viento?”, preguntó una periodista a Habeck en la entrevista de la ARD. “Nos hemos comprometido a defender la libertad, y eso solo es posible, según el Tribunal Constitucional, si se contiene el calentamiento global de tal manera que en el futuro todavía sea posible una vida libre”, respondió Habeck.
“Sí, es un camino que lleva cuesta arriba, pero es un camino que siempre vale la pena tomar”. Solo queda saber a quién y en qué medida le tocará pagar este camino.
Helena Farré Vallejo