Las personas mayores son vistas a menudo como un grupo homogéneo que vive sobre todo en los países industrializados, personas frágiles que no aportan nada a la familia y a la sociedad. Pero la mayoría de las personas de edad desmienten cada día esos tópicos. Así lo hace ver un informe de la Organización Mundial de la Salud, difundido con motivo del Año Internacional de las Personas Mayores, del que resumimos algunos apartados.
Mito nº 1: La mayoría de los viejos viven en los países desarrolladosLos países desarrollados tienen una población más envejecida que los países en desarrollo (un 14% de mayores de 65 años frente a un 5%, respectivamente). Pero en el conjunto mundial, de los 420 millones de mayores de 65 años, más del 57% están en los países en desarrollo.
La esperanza de vida de la población mundial ha aumentado hasta 66 años (75 en los países desarrollados frente a 63 en los menos desarrollados) y seguirá aumentando en casi todas las regiones. En los países industrializados que tienen una tasa de fecundidad inferior a la necesaria para sustituir las generaciones, la proporción de personas mayores superará a la de jóvenes en el 2050.
Mito nº 2: Los viejos no tienen nada que aportarLos progresos tecnológicos han rebajado las capacidades físicas que se exigen para muchos empleos, permitiendo a personas incluso muy discapacitadas ser perfectamente productivas económicamente. Si menos personas mayores tienen empleo remunerado, a menudo esto tiene que ver, más que con el envejecimiento, con una situación desfavorable desde el punto de vista de la educación, de la formación y de la experiencia, y con la discriminación por motivos de edad.
La creencia de que las personas mayores no tienen nada que aportar se basa en la idea de que sólo los empleos remunerados cuentan. Sin embargo, las personas mayores tienen un papel importante en actividades no remuneradas, tales como la agricultura, el sector informal y el voluntariado.
Las necesidades económicas llevan a numerosas personas mayores, sobre todo en los países en desarrollo, a trabajar en la producción agrícola hasta edad muy avanzada. Muchas de ellas son mujeres, ya que muchas actividades agrícolas son inseparables de las tareas domésticas, incluidos los cultivos y la crianza de los animales.
Numerosas personas de edad se mantienen a sí mismas y a otras trabajando en el sector informal de la economía, con actividades como el pequeño comercio, la venta ambulante de productos comestibles y los trabajos domésticos.
También hay que contar los cuidados proporcionados a otros miembros de la familia. Sólo en Estados Unidos se estima que están al cuidado de sus abuelos 2 millones de niños, de los cuales 1,2 millones viven de hecho en casa de ellos. En estos casos, son los abuelos los que proporcionan techo, alimentación, educación y trasmiten los valores culturales a los nietos, permitiendo que la madre trabaje.
A menudo son mujeres mayores las que se ocupan de los cónyuges o parientes enfermos, si bien también hay hombres que asumen estas tareas. En numerosos países en desarrollo, donde los sistemas sanitarios están menos implantados, las mujeres mayores prestan de modo informal en su comunidad servicios como enfermeras o como comadronas. En algunos países, donde hasta el 30% de la población está infectada por el virus del SIDA, los viejos deben ocuparse de sus hijos adultos y, cuando estos mueren, de sus nietos huérfanos.
Numerosas organizaciones benéficas en muchas regiones del mundo no podrían funcionar sin la aportación de las personas mayores. Tanto en los países en desarrollo como en los industrializados, las personas mayores que cuentan con formación actúan a menudo de voluntarios como profesores o responsables comunitarios. En EE.UU., más de tres millones de personas mayores de 65 años realizan tareas de voluntariado en escuelas, en instituciones religiosas y en organizaciones sanitarias y políticas.
Mito nº 3: Los viejos son frágilesEn su gran mayoría, las personas mayores se conservan en buena forma y son capaces de cuidar de sí mismas mientras envejecen. Una minoría, sobre todo las de edad muy avanzada, tienen una invalidez que les hace necesitar de cuidados y ayuda para la vida cotidiana.
Una de las proyecciones más utilizadas para prever las necesidades de una población envejecida es evaluar la esperanza de vida sin incapacidad. Los datos más recientes de los países industrializados indican que las incapacidades graves de las personas mayores retroceden a un ritmo del 1,5% anual.
En los países industrializados, una quinta parte de los viejos se benefician actualmente de servicios médicos o sociales dispensados en el marco del sistema oficial. De estos cuidados, un tercio se dispensa en centros especializados y dos tercios a domicilio. En los últimos años, en numerosos países industrializados se tiende a sustituir los cuidados hospitalarios por cuidados que permiten a los ancianos permanecer en su casa el mayor tiempo posible.
Las personas mayores no sólo reciben cuidados sino que también los dispensan a otros. De hecho, muchas de menos edad se ocupan de cuidar a las más ancianas, por afecto y sentido del deber.