En Escocia, las parejas de hecho y las del mismo sexo no pueden adoptar niños pero el gobierno planea cambiar la ley. El periodo de consultas termina el 31 de octubre. Isabella Clay, miembro del Tayside Adoptees Group (TAG) una asociación de adoptados mayores de 16 años, explica que no se está escuchando la voz de las personas adoptadas adultas («The Scotsman», 16 septiembre 2005).
Consideramos que la adopción por parejas del mismo sexo no aporta nada a los adoptandos. Esto no supone por nuestra parte desprecio a los homosexuales o a su aptitud para educar, sino el convencimiento de que tal adopción no va en interés del niño. Lo que importa en la adopción es el niño, no los adultos, ni sus sentimientos, ni aquello a lo que crean tener derecho.
Los derechos del niño prevalecen en la adopción, por cuanto él no puede decidir por sí mismo. Además, los niños no son un derecho, sino un don. Los partidarios de esta reforma olvidan que las personas adoptadas buscan «normalidad», y la normalidad no incluye que dos personas del mismo sexo puedan procrear.
Los niños no son un complemento, una mercancía o un accesorio para crear un ambiente acogedor y amable. Merecen y deberían esperar -forma parte de los derechos humanos- ser acogidos dentro de la «normalidad», que para los miembros del TAG no es otra cosa que una relación heterosexual estable.
La vida de un niño y su futuro bienestar es demasiado importante como para hacer experimentos sociológicos. Ningún miembro del TAG habría deseado ser adoptado por una pareja homosexual. Y nosotros somos los expertos en el tema: lo hemos vivido, no hablamos de oídas; sin embargo, nadie ha considerado oportuno preguntarnos.
Nos preocupa profundamente que se hagan leyes en virtud de lo «políticamente correcto» o para contentar a algunos grupos, en lugar de buscar el interés del niño, que es lo que manda a los Estados la Carta de los Derechos del Niño.
En esta reforma, que nosotros sepamos, no se ha solicitado la opinión de personas adoptadas adultas. Solo se ha preguntado a niños y adolescentes. Pero no hay que olvidar que la mayoría de los adoptados tiene el «síndrome del agradecimiento», y los niños y adolescentes no están necesariamente en la mejor situación para ver las cosas con objetividad.
También nos preocupa que el ministro competente haya rehusado recibirnos para escuchar nuestras objeciones. Tenemos entendido que en octubre habrá algunas reuniones públicas (el periodo de consultas termina el 31 de octubre). ¿No es esto una muestra elocuente de la sinceridad de la consulta?