Actualizado el 19-12-2022
Casi siempre, el partido del presidente de EE.UU. pierde las elecciones de mitad de mandato, y así ha sucedido también este 8 de noviembre. La incógnita es por qué esta vez los demócratas han perdido por tan poco, mucho menos de lo que se esperaba. Los analistas citan distintos factores, entre los que destacan el aborto y la intervención de Donald Trump.
En el Senado, hasta ahora dividido por mitades –lo que equivale a una mayoría demócrata, pues la vicepresidenta, Kamala Harris, deshace el empate–, se disputaban 35 de 100 escaños. Los demócratas han conseguido el control de la Cámara, por 51 a 49 [datos del 7 de diciembre], tras ganar un escaño de Georgia en la segunda vuelta, celebrada el 6 de diciembre.
En la Cámara de Representantes (435 escaños), los republicanos han alcanzado la mayoría, con 222 escaños contra 213 de los demócratas [datos del 12 de diciembre]. La ventaja es más corta de lo que se esperaba, aunque parecida a la que obtuvieron los demócratas en las elecciones anteriores (220 a 212, con tres vacantes).
Los republicanos sacan poca tajada
Los resultados del Partido Republicano son pobres en comparación con lo que suele suceder en elecciones como estas. Según The Economist, en los 22 comicios a mitad de mandato celebrados de 1934 a 2018, el partido del presidente perdió una media de 28 puestos en la Cámara y de 4 en el Senado. Cuando la tasa de aprobación del presidente ha estado por debajo del 50%, la pérdida media de representantes es mayor: 39. Joe Biden tiene menos del 45%, la menor de un presidente en el mismo momento de su mandato desde 1962, y sin embargo su partido va a perder menos de diez escaños.
¿Qué han tenido de peculiar las elecciones de 2022? A falta de encuestas detalladas sobre las motivaciones de los votantes, los analistas solo pueden aventurar hipótesis. Además, en las circunscripciones en liza para el Congreso influyen las personalidades de los candidatos y distintos temas locales que no siempre se pueden extrapolar al ámbito nacional. Por otro lado, se votaban a la vez multitud de cargos: gobernadores, parlamentarios estatales, fiscales generales, jueces de tribunales supremos, miembros de consejos escolares de distrito, sheriffs… El apoyo popular total a cada partido es difícil de medir.
Electores movilizados
De todas formas, el corto progreso republicano en la Cámara de Representantes responde en primer lugar a lo que resaltó The Wall Street Journal al día siguiente: los demócratas lograron movilizar a sus bases y atraerse el favor de muchos electores independientes. Lo normal en unas elecciones de medio mandato es que la participación sea unos 20 puntos menor que en unas presidenciales. Esto explica en buena parte la peor suerte del partido en el gobierno, pues los descontentos con él están más motivados para ir a las urnas.
En las de 2018, a las que acudió a votar casi el 50% del electorado –un récord–, Trump, entonces en la Casa Blanca, provocó una enérgica reacción de los demócratas, que ganaron 41 escaños en la Cámara y se hicieron con la mayoría (235 a 199, con una vacante). Aunque aún no hay datos oficiales este año, la participación se estima también alta, cercana a la de 2018. Lo curioso es que eso no ha dado mucha ventaja a los republicanos, el partido de oposición, y ha permitido a los demócratas contener la “marea roja” que se esperaba. Según la encuesta AP VoteCast, de Associated Press, a una muestra de personas que fueron a las urnas el 8 de noviembre, los electores no alineados, en vez de favorecer a los republicanos, se inclinaron por los demócratas por una diferencia de 3 puntos porcentuales.
La sombra de Trump
Entre los factores que han movido a esos electores y a los demócratas a votar en mayor número a los candidatos del partido en el poder, muchos coinciden en señalar a Trump. Su intervención desde las primarias republicanas ha influido en la selección de candidatos más radicales, menos atractivos por tanto para electores centristas y más temibles para electores demócratas. Se ve que el rechazo no ha sido compensado del todo por el entusiasmo de los electores republicanos.
AP VoteCast preguntó por este tema. Más de la mitad de los encuestados dijeron que acudieron movidos, entre otras cosas, por las intervenciones de Trump: un 23% para manifestarle apoyo, y un 35% como gesto de rechazo.
Aborto
El aborto, tras la sentencia con la que el Tribunal Supremo declaró que no es un derecho constitucional, es otro factor citado por los comentaristas. Los demócratas, con el viento de la economía en contra, se centraron en ese tema. Recaudaron y gastaron gran cantidad de dinero en publicidad para presentar a los republicanos como extremistas en materia de aborto, señala Mathew Yglesias en The Guardian.
Ha disminuido el número de circunscripciones donde la mayoría es incierta y también el de electores que no votan siempre al mismo partido
Es difícil saber hasta qué punto ha influido ese tema. El mismo 8 de noviembre se sometieron a referéndum cuatro enmiendas constitucionales en sendos estados: tres para incluir el derecho al aborto (o, literalmente, la “libertad reproductiva”) y una para excluirlo. Las tres primeras (Michigan, Vermont y California) se aprobaron, y la otra (Kentucky) fue rechazada. Hay, de todas formas, cuatro estados (Alabama, Luisiana, Tennessee y Virginia Occidental) que descartan el aborto en sus constituciones, pero en virtud de reformas anteriores.
La sentencia del aborto parece haber influido claramente en algunas victorias demócratas, como las de Michigan. En cambio, en Kentucky, el rechazo de la enmienda constitucional no impidió que los republicanos ganaran la mayoría de las votaciones.
Menos votantes no alineados
Un factor más que ha beneficiado a los demócratas son los cambios en los límites de circunscripciones electorales, que les han dado más distritos con mayoría de electores suyos y les han permitido conservar más escaños de lo normal en unas elecciones de medio mandato con presidente de su color.
Esto refuerza una tendencia general, a juicio de Blake Hounshell, del New York Times: la polarización del voto entre los dos partidos. Antes de las elecciones a la Cámara de Representantes, 37 distritos se consideraban impredecibles, y en otros 52 se esperaba una victoria por estrecho margen de uno u otro candidato. El recuento ha confirmado en gran parte estas previsiones. Lo cual supone que cuatro de cada cinco circunscripciones están ahora aseguradas para uno u otro partido. En el Senado, calcula Hounshell, menos de un tercio de los escaños en disputa este año tenían posibilidades de cambiar de mano; de hecho, por ahora eso solo ha ocurrido en un caso de 32 ya decididos.
Sobre todo, dice el comentarista, desde 2018 se ve que los votantes no alineados son cada vez menos. En tal caso, cabe prever años de disputas políticas fuertes y pocos compromisos. La polarización que en Europa a menudo ha provocado la fragmentación del voto y la consiguiente dificultad para formar mayorías, en EE.UU. puede llevar a un refuerzo del bipartidismo.