La pandemia, al hacer evidente la fragilidad humana, ha puesto de relieve a la vez la necesidad y el valor del trabajo de los que cuidan a otros. Esto invita a acercarse a la “ética del cuidado”, una corriente de pensamiento moral, social y político que ve en la vulnerabilidad de las personas y la solicitud por ellas un aspecto esencial de la vida individual y colectiva.
La ética del cuidado forma ya un cuerpo de doctrina, elaborado principalmente por feministas norteamericanas. La inició Carol Gilligan en 1982 con su obra In a Different Voice.
Joan Tronto es la segunda gran figura de la corriente; su aportación se cifra en dos libros: Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care (1993), y Caring Democracy: Markets, Equality,…
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