El respeto de las minorías étnicas es una cuestión planteada en Europa Central y Oriental, donde los vaivenes de la historia han hecho que convivan en un mismo país poblaciones de distintas culturas. Este es el caso de Hungría, donde existe un experiencia satisfactoria de la ley adoptada en 1993. La ley concede derechos colectivos y autonomía cultural a las minorías étnicas, que forman el 10% de la población.
La ley reconoce 13 minorías, cada una de las cuales dispone de «consejos» locales y nacionales, dotados de derechos de consulta y de veto, especialmente en el nombramiento de directores de escuelas en lengua no húngara.
Existe también un «defensor de las minorías» que recibe las quejas planteadas por estas cuestiones, e interviene ante las autoridades para intentar solucionarlas. Según ha declarado a Le Monde (29V-97), en dos años ha recibido 430 quejas, de las cuales el 68% han sido planteadas por gitanos. Los gitanos forman la principal minoría étnica (entre 500.000 y 700.000 personas), dentro de una población total de 10 millones, y son los peor aceptados. El mediador ha tenido que intervenir en varias ocasiones ante las autoridades municipales que rechazaban adjudicar viviendas a familias gitanas.
El resto de las minorías étnicas son relativamente pequeñas y dispersas por el país, y ninguna ha hecho reivindicaciones de autonomía territorial. Con su reconocimiento de las minorías, Hungría quiere convertirse en un modelo en la Europa postcomunista, de modo que el ejemplo de su legislación pueda beneficiar a los 3,5 millones de húngaros que constituyen minorías en otros países de la región.