Ashiya. Los japoneses siguen manteniendo el récord de longevidad. Según las últimas estadísticas, la esperanza de vida es de 82 años para las mujeres y de 76 años para los hombres. Hay unas seis mil personas centenarias, de las que más de 5.000 son mujeres. Como los nacimientos disminuyen, la sociedad japonesa envejece a marchas forzadas. Se calcula que la proporción de mayores de 65 años pasará del 15% de la población actual al 25% en el año 2015.
En consecuencia, el número de personas que viven solas es cada vez mayor. Según el último censo de la población, de finales de 1995, el 25% de los hogares están formados por una sola persona, y esa proporción crece de día en día. Esto se debe en buena parte al rápido envejecimiento de la población, pero también a que las familias grandes (de padres, hijos y nietos, viviendo juntos) han desaparecido prácticamente, y al hecho de que muchas empresas trasladan a sus empleados de una parte a otra del país, por lo que el padre vive separado del resto de la familia. Además, van siendo muchas las personas jóvenes que prefieren vivir por su cuenta. Una señal del envejecimiento social y de la fragmentación familiar es la proliferación de libros, muchos de ellos best sellers, con títulos como Testamento en 400 palabras, ¿Qué debes hacer antes de morir?, ¿Cómo morir sabiamente?, etc., que ocupan los lugares destacados en muchas librerías.
El gobierno también se adelanta a reducir las cargas sociales de esta tendencia senil, y en 1994 elevó de 60 a 65 años la edad de jubilación de los funcionarios. El cambio se implantará progresivamente entre los años 2001 y 2013. Pero algunos consejeros del gobierno pretenden incluso que se eleve la edad hasta los 67 ó 68 años.
Últimamente cobra interés en Japón el tema de la herencia, que apenas importaba antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando, de acuerdo con los principios del confucianismo, tanto los bienes raíces como otras posesiones iban a parar automáticamente al hijo mayor. Con el nuevo código civil, el cónyuge sobreviviente debe heredar el 75% de los bienes y el resto se divide entre los hijos legítimos. Pero, por tradición, muchos japoneses consideran que la mujer pasa a formar parte de la familia del marido y, a menudo, las viudas o hijas son presionadas para que renuncien a los derechos de herencia. Esta tradición todavía crea discordias en muchas familias.
La gente se da cuenta de que cambian las costumbres, de que cada vez hay menos hijos, y de que los viejos se sienten inseguros. Eso ha propiciado la creación de una serie de negocios dirigidos a hacer más fácil la vida -y la muerte- de personas sin familia próxima, que no quieren molestar a sus amigos o parientes lejanos. La empresa Liss System, por ejemplo, se encarga, en caso de defunción de sus clientes -con edades entre 30 y 80 años-, de llevar a cabo su voluntad, expresada en el testamento que forma parte del contrato que realizan con la empresa. Esto incluye pedir a un médico que certifique la muerte del cliente, incinerar el cadáver, pagar las deudas de alquiler y tasas fiscales, cancelar la pensión y seguros, deshacerse de sus pertenencias, limpiar el piso o apartamento y devolver la llave a los dueños del inmueble; todo, por un precio mínimo de 100.000 yenes (870 dólares). Una empresa similar, Will Bank, prepara también el funeral. La cuota fija de socio es 240.000 yenes (2.088 dólares). Según estas empresas, pocos clientes solicitan para sí exequias con mucha pompa.
Los ritos fúnebres, el entierro, son sólo algunos de los problemas que tienen que resolver por anticipado las personas que viven solas. Otro nada despreciable es encontrar un garante o fiador para poder alquilar una vivienda. Pues el sistema tradicional está basado en la anticuada suposición de que una persona sin fiador no es digna de confianza.
De ahí que Orient Corporation, una empresa de créditos al consumidor, crease en 1996 un servicio llamado «The Partner», destinado a quienes necesitan un fiador. La empresa actúa de garante ante unas 200 agencias inmobiliarias a cambio del 35% del alquiler mensual. Como explica un representante de Orient Corporation, aunque suelen ser los viejos los que tienen problemas a la hora de alquilar viviendas, muchas mujeres jóvenes que no quieren cargar a sus padres con la responsabilidad de la garantía usan también este sistema.
Antonio Mélich