Aunque a estas alturas nadie se crea que la fotografía es un reflejo fiel de la realidad, también se observa una creciente desconfianza ante los retoques de Photoshop. Mientras una iniciativa de una parlamentaria francesa propone que se advierta si una fotografía ha sido retocada, en el sector de la moda se advierte una reacción para que los modelos de mujer sean más reales.
La diputada francesa Valérie Boyer presentó el pasado septiembre una propuesta de ley para que en las fotografías publicadas en los medios de comunicación sea obligatorio advertir si han sido modificadas. Las imágenes tratadas con Photoshop deberían ir acompañadas de este aviso: “Fotografía retocada para modificar la apariencia física de una persona”. La iniciativa de la parlamentaria francesa del partido de UMP de Nicolas Sarkozy no tiene visos de prosperar, pero sí ha revelado el malestar ante la desconfianza sobre la fidelidad de las imágenes y ha provocado un debate sobre la licitud de esta práctica.
Un buen ejemplo de esta tesis es la que recoge Andrew Niccol en Simone, la película que dirige. El film narra la historia del ficticio director de cine Viktor Taransky, quien para salvar su carrera del fracaso profesional, crea por medio de un programa informático una actriz virtual y, por supuesto, perfecta. Simone (traducida como “simulación uno”) da vida al personaje protagonista de sus películas y manipula a un público que acepta como real una increíble mentira informática. “Aunque ella no sea nada más que un conjunto de píxeles, la gente seguirá enamorándose de ella. Pertenecemos a una cultura obsesionada por las celebridades”, reconoce Niccol.
La actriz irreal despierta fascinación porque es un ser humano sin mácula -“demasiado hermosa”, en palabras de su ficticio director- dentro de un mundo que desprecia la imperfección y la fealdad. Es el mundo de hoy, que tiene nostalgia del que admiraba la belleza natural de las actrices de antes y que por eso se inventa una con las cualidades más aclamadas por la opinión pública: la voz de Jane Fonda, el cuerpo de Sofía Loren y la elegancia de Grace Kelly. “Antes iluminábamos los corazones y las mentes con un rayo de verdad: eso es lo que hacíamos”, confiesa en un momento de la película el director fraudulento, interpretado por Al Pacino.
Recuperar la percepción de la belleza real
Los escépticos de medidas como la de contratar a mujeres desconocidas para la publicidad de moda, aseguran que “las mujeres no quieren contemplar una revista para ver mujeres corrientes”. ¿Es eso cierto? La marca Dove contesta con el eslogan “Por la belleza real” haciendo participar en sus campañas publicitarias a mujeres de distintos tamaños, formas y edades. Mujeres corrientes. A través de un estudio, se dieron cuenta de que ni un 10% de las mujeres se percibían bellas, pues se comparaban con los estereotipos creados por los medios de comunicación. El objetivo de este reto ha sido “ofrecer a la mujer una visión de la belleza más tolerante, más saludable y más democrática” de cara a aumentar su nivel de bienestar y felicidad.
Todo el sector de la belleza y la moda desempeña un papel fundamental para promover un vuelco en la opinión pública a favor de la imagen de la mujer en sus facetas reales. Esto exigiría una rectificación de la trayectoria de las casas de moda. De hecho, las disculpas del representante de Ralph Lauren, que se hace responsable de los retoques que “han dado lugar a la muy distorsionada imagen del cuerpo de la mujer”, llegan al fondo del asunto.
Y es que “el retoque fotográfico no debería ser la herramienta elegida para representar a la mujer”, como señala el fotógrafo Peter Lindbergh, quien retrató sin maquillaje, ni por supuesto Photoshop, a las modelos Mónica Belluci, Eva Herzigova y Sophie Marceu para la revista Elle del pasado mes de abril. Artistas como él son otra de las piezas fundamentales para impulsar el cambio de mentalidad respecto al uso del Photoshop. “Tengo la sensación de que durante mucho tiempo retocar las imágenes ha tenido demasiado peso en la forma en que se define visualmente a las mujeres”, añade Lindbergh (4).
El uso del Photoshop supone también una forma de desprestigio de su profesión. “El sistema ha relajado la ética profesional del sector”, declara el veterano fotógrafo de moda Ugo Camera. “Ahora el maquillador ya no se lo trabaja tanto; y el estilista lo mismo: ¿para qué corregir una arruga o prender un bajo del pantalón si se puede borrar después?”
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NOTAS
(1) Ralph Lauren apologises for digitally retouching slender model. Daily Mail Online (10-10-2009).
(2) El espot publicitario: las metamorfosis del deseo. Jesús González Requena. Cátedra (2007).
(3) www.rtve.es La noche temática, marzo de 2008.
(4) ”Muerte al artificio”. Bárbara Celis, Elpais.com (1-06-2009).