En un artículo publicado en Studi Cattolici (Milán, julio-agosto 1998), el psicólogo holandés Gerard van den Aardweg aporta una serie de datos -con precisas referencias bibliográficas- sobre las parejas homosexuales y la adopción.
El mito creado por el Informe Kinsey, según el cual el 10% de la humanidad sería homosexual o bisexual, ha sido hoy desmentido por una serie de estudios internacionales y sobre todo de censos en Estados Unidos y Gran Bretaña. Todo lo más se puede decir que, como mucho, un 2% de los hombres y poco más del 1% de las mujeres tienen tendencias homosexuales de algún tipo. Algunos periodistas crédulos siguen difundiendo estadísticas propagandísticas del movimiento homosexual. Un semanario holandés importante habla, por ejemplo, de las «750.000 personas que viven claramente según un estilo de vida homosexual» (¡esto significaría el 6-8% de los holandeses adultos!) (…).
El censo norteamericano de 1990 no ha registrado más que 88.200 parejas de hombres homosexuales y 69.200 de mujeres, que constituyen menos de la vigésima parte de las parejas de hecho heterosexuales (3,1 millones) y menos del 0,0016% de los matrimonios. Aplicando esta proporción a un país como Holanda, resultaría que los «matrimonios» homosexuales que podrían celebrarse serían como mucho 8.000, de un total de 4 millones de hogares y 15,5 millones de habitantes. Esta estimación coincide con lo que podríamos sacar de las cifras de Dinamarca. Cuatro años después de que se reconocieran legalmente los «matrimonios» homosexuales, no se habían registrado ni tan siquiera 2.000 sobre 5 millones de habitantes.
Los «matrimonios» homosexuales representarían las relaciones homosexuales más duraderas. Pero incluso las más duraderas no son en absoluto lo equivalente al matrimonio. Una característica constante de estas relaciones es su breve duración y la ausencia de fidelidad. Un amplio estudio realizado en Estados Unidos sobre 574 hombres homosexuales ha concluido que el 9% no había tenido una relación duradera, el 17% una, el 16% dos, el 13% cuatro, el 16% seis… Hay que interpretar estos datos considerando que la cuarta parte tenían menos de 25 años y la mitad menos de 35. El número de parejas sexuales daba idea también de la promiscuidad de este grupo: sólo tres habían tenido un solo compañero, el 1% entre 3 y 4, el 2% entre 5 y 9, el 3% entre 10 y 14, el 8% entre 25 y 49. (…) Las cifras confirman que entre los rasgos de las parejas homosexuales no figura precisamente la estabilidad. (…)
Estos datos son importantes no sólo para comprender lo improbable que es un «matrimonio» homosexual, sino también para entender en qué situación se acabarían encontrando los niños que fueran adoptados por tales parejas. En comparación con las parejas heterosexuales, la proporción de parejas homosexuales que se separan en los primeros 18 meses es mucho más alta; los homosexuales presentan además porcentajes mucho más altos de infidelidad.
Según el estudio de Blumstein & Schwartz sobre las parejas norteamericanas, sólo un tercio de los homosexuales que formaban pareja consideraba importante la monogamia. Los autores concluyen que «un homosexual monógamo es una figura tan rara que los otros homosexuales no la creen posible».
Por mi parte, en mis 35 años de estudio y tratamiento de la homosexualidad, he oído hablar a menudo de relaciones homosexuales duraderas, pero a poco que profundizaba descubría que no se trataba de verdaderas relaciones estables. A menudo los dos pasaban juntos un largo período, pero con intervalos en los que cada uno buscaba otros contactos; a veces la relación se mantenía por razones económicas o de negocios.