Contrapunto
El centro de investigaciones Social Affairs Unit del Reino Unido ha lanzado a la opinión pública un provocador estudio sobre la imagen de la mujer en las revistas femeninas británicas.
En concreto, ha echado un jarro de agua fría a publicaciones como Cosmopolitan, Marie Claire o Elle. ¿De qué las acusa? De «vender sólo sexo, contenidos triviales y una visión de la vida centrada en la satisfacción de los apetitos elementales».
El informe analiza once publicaciones femeninas que clasifica en tres grupos. Las dirigidas a mujeres de corte tradicional, casadas o con relaciones sentimentales estables, como Prima o Bella; las que sólo ven el mundo como una oportunidad de llegar a ser las primeras en la carrera profesional, trampolín para alcanzar la fama, entre las que están Tatler o Lady; y, por último, las que convierten sus páginas en un escaparate de fantasías sexuales y contenidos insustanciales, del tipo Cosmopolitan o Elle.
Los diarios serios se han hecho eco de las conclusiones del estudio, evidentes para quien haya dado un repaso a las páginas de estas publicaciones. Unos han corroborado el análisis de la Social Affairs Unit, mientras que otros han intentado defender este tipo de revistas o quitar importancia a sus contenidos. Por su parte, los editores de las revistas femeninas no han presentado en su apología más que argumentos contradictorios; así, niegan que sus publicaciones sean triviales y estén obsesionadas con el sexo, al tiempo que, como el editor de Cosmopolitan, reconocen que «no, no hablamos de casarse y de tener hijos como tampoco hablamos de morirse».
Pero no es Gran Bretaña la única que produce este tipo de revistas, así que el estudio es exportable a otras latitudes. Sin ir más lejos, España cuenta con un abanico de perfiles femeninos: Cosmopolitan, Elle, Vogue, Marie Claire, Woman… Muchas de ellas también han optado por entintar sus páginas de todo tipo de chismes y paranoias sexuales, reflejando un estereotipo de mujer inmersa en un mundo sin valores, libre de toda responsabilidad y preocupada sólo por sus ligues extramatrimoniales. Una oferta que, aunque se presente con el marchamo de la «liberación femenina», difícilmente puede liberar de nada, ya que poco tiene que ver con los problemas reales y las posibilidades de la lectora media. A no ser que, como ha dicho Kenneth Minogue, profesor de la London School of Economics, para estas revistas la liberación de la mujer consista en «haber escapado de la cocina para llegar sólo hasta el dormitorio».
No deja de ser interesante que el estudio británico muestre que la imagen de la mujer que difunden algunas revistas femeninas nada tiene que ver con la realidad. ¿O es que puede ser de carne y hueso una mujer que jamás habla de niños, que va por la vida sin hacer nada por los demás y mirando sólo los propios intereses, que piensa alcanzar metas de autoestima sin asumir esfuerzos ni responsabilidades?
A pesar de todo, estas revistas se venden y mucho porque son el anzuelo para un tipo de lectora inmadura, necesitada de mitos de papel, y para un porcentaje de hombres, de algún modo beneficiarios también de esta trivialidad, antesala de la instrumentalización de la mujer.
Algunos han dicho que no hay que tomar en serio estas revistas, que sólo buscan distraer y cuya imagen de la mujer es pura fantasía. Sea. Pero no tiene mucho sentido salir a la busca y captura de imágenes sexistas y falsas de la mujer en manuales escolares, anuncios y telefilmes, para luego crear otras igualmente absurdas en revistas hechas por mujeres para mujeres.
María Fernández de CórdovaEl feminismo en versión zafia
Digby Anderson, director de la Social Affairs Unit, saca sus propias conclusiones del informe sobre las revistas femeninas, en un artículo publicado en Wall Street Journal (27-XI-97). Anderson recuerda que «uno de los mayores éxitos del feminismo ha sido llamar la atención y ridiculizar a un cierto tipo de hombre: el zafio. El zafio es bastante estúpido y muy egoísta. Trata a sus amigas de cualquier modo, evita con egoísmo comprometerse y las abandona cuando piensa que encontrará mejor sexo en otra parte. El sexo y la bebida dominan su vida, en la que no hay sitio para la política o el arte. Su lenguaje es tosco y obsceno (…) y los niños son para él sólo un fastidio».
El principal objetivo del feminismo era liberar a las mujeres. «¿Y no es una triste ironía -se pregunta Anderson- si algunas de ellas han utilizado su libertad para convertirse en lo equivalente al peor de los hombres, el zafio?».
Para Anderson, la principal conclusión del estudio sobre las revistas femeninas británicas es que las imágenes, intereses y aspiraciones que promueven responden a ese tipo de mujer. Según un artículo de Elle, la relación ideal «no incluye ni responsabilidad, ni perspectiva a largo plazo, ni matrimonio, ni niños». El sexo es simplemente «una necesidad, como la comida». Este tipo de relaciones no producen niños. «Los niños son el personaje perdido en estas revistas. Así, no se habla de cómo armonizar los hijos y el trabajo, problema que uno podría pensar que preocupa a madres jóvenes o a veinteañeras que pronto serán madres». Como ejemplo, todo un suplemento especial de Cosmopolitan sobre «El sexo y tu cuerpo a los 20, 30, 40 años», no menciona a los niños ni una sola vez.
Pero Anderson advierte que la obsesión sexual de estas revistas es sólo parte de una obsesión más amplia con el yo. «Hay que ser autoindulgente, en vez de exigente con una misma. Apenas es necesario esforzarse, excepto en el templo de la autoadoración, el gimnasio; no es preciso pensar en los demás ni hay más tiempo que el presente». En este mundo egoísta no hay lugar para la culpa. «De hecho, existe la obligación de estar contenta con una misma». «No hay culpa porque no hay normas, salvo la moda y el estilo. Aparte de estos, los valores de uno no valen más que los de otros».
Este tipo de mujer zafia tiene también poco tiempo para la política, los asuntos públicos o incluso los asuntos domésticos. «Cuando en estas revistas se tratan cuestiones domésticas es bajo el prisma de la moda, por ejemplo, cómo reformar la cocina para seguir las tendencias del momento». Y «cualquier cosa que se trate es según el enfoque de qué puedo sacar yo de ello».
¿Hasta qué punto influyen estas revistas en sus lectoras? Las revistas estudiadas en este informe suman cuatro millones de ejemplares y cerca de ocho millones de lectoras que, presumiblemente, se identifican de algún modo con esta imagen zafia de la mujer.
Los editores de las revistas contestan que no hay que preocuparse, sus lectoras buscan sólo un escape después de un día duro en la oficina. Para Anderson, la cuestión es «¿por qué buscan la evasión con algo semipornográfico, bajo y trivial y no en el romance o en la comedia? O, más importante aún, ¿por qué escogen un reino fantástico donde impera el egoísmo, el narcisismo y la búsqueda de la gratificación inmediata?».