Ashiya. La prolongada recesión económica en Japón y la pérdida del empleo vitalicio hace que cada vez más familias necesiten dos sueldos para salir adelante o para precaverse contra el paro. Por eso uno de los cambios más evidentes en los últimos dos o tres años es la creciente incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa.
Tradicionalmente la vida de la mujer japonesa se centraba en el hogar. Aunque desde hace ya tiempo muchas mujeres jóvenes optan por una carrera profesional y retrasan formar una familia, el sueño de la gran mayoría era hasta hace pocos años casarse y dedicar sus mejores esfuerzos al cuidado del hogar.
Con el cambio en la tradición del empleo vitalicio, hoy en día muchas mujeres casadas se ven obligadas a trabajar fuera de casa. Esta nueva tónica social eleva -en algunos casos- la situación jurídica y social de las mujeres, haciendo que desempeñen un papel más importante en las decisiones familiares.
«Bastantes de las mujeres que trabajan a tiempo parcial, con la experiencia que acumulan en su trabajo, representan una parte importante de la población activa de Japón», dice Tadashi Hanami, presidente del Japan Institute of Labor.
Cuando estas amas de casa se casaron hace 10 ó 15 años, la vida les sonreía, el marido ganaba alrededor de 600.000 yenes mensuales, más dos pagas extraordinarias (o bonos anuales) de unos 800.000 yenes. Era suficiente para vivir cómodamente y hacer algunos extras: pasar un par de días en un balneario de aguas termales, ir a una estación de esquí en invierno, matricularse ella en unos cursos de cocina y costura, clases de piano para los hijos…
Pero llegó la hora de la reestructuración en muchas empresas y de la reducción de los sueldos. Las horas extraordinarias pagadas desaparecieron y los bonos menguaron. El marido empezó a traer a casa cerca de la mitad de lo que era normal en la década pasada.
Según datos oficiales, los asalariados japoneses han visto decrecer sus ingresos en cada uno de los últimos cuatro años. «Es cada vez mayor el número de amas de casa que se ven forzadas a trabajar -dice Akiyoshi Takumori, economista jefe de Sakura Investment Management Co.-. Hace unos años hubo empleados que dejaron las empresas antes del tiempo de jubilación y recibieron varias decenas de millones de indemnización por cese. Pero ahora las cosas son cada vez más duras y no se encuentra trabajo fácilmente, por lo que las mujeres sienten la obligación de trabajar para ayudar al sostenimiento de la familia».
Por otra parte, muchas empresas están procurando asegurar una plantilla de trabajadores a tiempo parcial, con dos fines: hacer frente a la futura escasez de mano de obra por la baja de la natalidad y reducir los gastos fijos de personal.
Empleos a tiempo parcial
En estos tiempos de depresión económica muchas empresas no pueden permitirse el lujo de mantener una plantilla grande de empleados fijos, con pensiones de jubilación, prestaciones sanitarias, promociones por antigüedad, subidas de sueldo, etc. Por este motivo los empleos a tiempo parcial están creciendo rápidamente, sobre todo entre las mujeres de edad media. Por ejemplo, Teijin, una gran empresa de Osaka, fabricante de tejidos de poliéster, introdujo en 2001 un programa para emplear de nuevo a mujeres que habían dejado el trabajo al casarse.
Emiko Takeshi, una analista del Nippon Life Institute, grupo de estudio fundado por la compañía de seguros más grande de Japón señala: «Los fallos recientes de la economía japonesa han minado la seguridad del antiguo sistema de empleo vitalicio, y a la vez permiten que los trabajadores busquen más activamente sus propios intereses. Con el recorte drástico de los presupuestos de gastos en las empresas, se ha limitado mucho las sesiones de business drinking, lo que da ocasión a las familias de tener más tiempo para estar juntos. La recesión ha sido también un estímulo para el cambio social».
Durante las muchas décadas de desarrollo económico espectacular, el estereotipo del salaryman japonés era símbolo de trabajo duro. Entre 1955 y 1970 Japón se reconstruyó desde las cenizas de la Segunda Guerra Mundial. Según un informe gubernamental reciente, en esa época el número de familias que se sostenían con un solo sueldo pasó del 26% al 36%. Pero desde 1987 hasta 2000 la proporción de familias que se sostienen con un único sueldo ha bajado del 37% al 27%.
Según dicen los expertos, no todos estos cambios son resultado de los problemas económicos del país: últimamente se han abierto más campos de trabajo a las mujeres, lo que hace más atractiva la posibilidad de una carrera y seguir trabajando después de casarse. De todos modos, el incentivo principal de la afluencia de mujeres en el campo laboral es claramente el económico.
Según una encuesta realizada por el Ministerio de Trabajo, en 1987 el 43% de los japoneses estaban de acuerdo en que los hombres deben trabajar y las mujeres cuidar el hogar; en el 2000 solo un 25 % de los entrevistados eran de esta opinión.
Antonio Mélich