La Charities Aid Foundation, que asesora a las organizaciones no gubernamentales (ONG) británicas, ha hecho público un informe sobre los beneficios que estas instituciones reportan a la sociedad (cfr. The Economist, 30-V-98). El informe, elaborado por un grupo de economistas del University College London, ofrece por primera vez una serie de indicadores que pueden dar idea de la eficacia con que las ONG manejan las grandes sumas que recaudan, tanto de sus socios protectores como de las instancias públicas. Según el estudio, el valor añadido que produce el trabajo de las ONG equivale prácticamente al 40% de sus costes y, en algunos campos, como la atención de los indigentes, esa proporción puede alcanzar incluso el 200%.
Este dato sobre el rendimiento de las entidades sin fin de lucro resulta de cuantificar el trabajo de las ONG británicas -se valora en 22.000 millones de libras- y compararlo con sus costes: 16.000 millones. El método utilizado, similar al que se sigue para medir otros intangibles, consiste en averiguar, a través de encuestas, qué cantidad estaría dispuesto a pagar cada contribuyente por ver cubiertas esas mismas necesidades a las que atienden las ONG. Así, una de las preguntas clave es cuánto estarían dispuestos a pagar los ciudadanos, en impuestos adicionales, para que las ONG no desaparecieran.
Para sortear posibles críticas, los investigadores introducen varias preguntas filtro e incluso ponderan el resultado en función de los donativos y de las ayudas que reciben estas organizaciones. Las buenas intenciones no siempre coinciden con la realidad, y la distancia entre lo que la gente dice que daría y lo que realmente reciben las ONG alcanza, según la investigación, 2.200 millones de libras. Un supuesto «agujero» que las ONG pueden utilizar como argumento para reclamar un mayor porcentaje de los fondos públicos.
Mientras las ONG británicas se preparan para formular sus peticiones al Gobierno, algunas voces ponen en duda las conclusiones del estudio: consideran que no hay garantías de que con mayores ingresos, las ONG sigan aumentando su valor añadido, que parece haber tocado techo. Otras críticas apuntan a la pretendida eficiencia del trabajo voluntario y se preguntan si las empresas privadas, o incluso los organismos oficiales, no serían capaces de mejorar los resultados.
Para Guy Strafford, del partido conservador, el reto de las organizaciones filantrópicas es que sean capaces de mostrar las cuentas a sus donantes. Según Strafford, la reciente caída de donativos se debe en parte a la poca capacidad que los socios tienen de incidir en los planes de actuación de las ONG, o sea, de decidir en qué se empleará su dinero. En cualquier caso, la publicación de este informe y el esfuerzo por una mayor transparencia contable tendrán un efecto positivo sobre la generosidad de la gente, según la mayoría de los expertos.