Un proyecto de ley del gobierno alemán abrirá un poco más la puerta a la naturalización de inmigrantes. Los nuevos requisitos, todavía bastante exigentes, no satisfacen a los extranjeros ni a algunos partidos.
Hasta ahora, para la naturalización rige el «de-recho de sangre»: tener padres o abuelos alemanes da automáticamente derecho a la nacionalidad, aunque se haya nacido fuera. Es la norma que se aplica a los alemanes de origen que están trasladándose al país en gran número desde el Este de Europa. De ellos son el 90% de los 200.000 extranjeros nacionalizados en Alemania el año pasado.
En cambio, para los otros extranjeros no sirve haber nacido ni vivir establemente en Alemania. La ley vigente sólo permite naturalizarse a los jóvenes con al menos ocho años de escolaridad en el país, si lo solicitan antes de cumplir 23 años, y a los adultos con 10 a 15 años de residencia y sin antecedentes penales. Si se aprueba el proyecto del gobierno, se dará la ciudadanía a los nietos de inmigrantes, con las siguientes condiciones: que el padre o la madre hayan nacido en Alemania y que ambos hayan vivido en el país al menos durante diez años antes del nacimiento del candidato. Pero el beneficiario tendrá que renunciar a la doble nacionalidad -la paterna y la alemana- a los 18 años, como se exige en los casos admitidos hasta ahora.
Este último requisito es, para los inmigrantes, el principal motivo de descontento con el proyecto; en especial, para los turcos, que pierden los derechos hereditarios en su país de origen si renuncian a su nacionalidad. Por esta razón, se prevé que la ley propuesta no llevará a naturalizarse a más de 50.000 hijos de inmigrantes, de una población extranjera total de 7 millones. Los socialdemócratas, los verdes y algunos liberales quieren eliminar esa exigencia.
Los partidarios de abrir la mano señalan la integración en el país de que dan muestra los inmigrantes de segunda o tercera generación, como es el caso de gran parte de los turcos. Una prueba es que un número significativo de ellos (unos 37.000) se han convertido en empresarios. En conjunto, las empresas de turcos dan trabajo a 135.000 empleados, de los que el 15% son alemanes. A finales de 1993, 22 asociaciones de empresarios turcos constituyeron un consorcio de ámbito nacional, con el fin de defender mejor sus intereses y potenciar las relaciones comerciales entre Turquía y Alemania.
No todo es tan positivo, sin embargo. Según un estudio del gobierno regional de Renania del Norte-Westfalia, es frecuente que las empresas de turcos eviten a las autoridades alemanas. Junto a la desconfianza, el desconocimiento de la legislación y de las estructuras municipales deja en situación de aislamiento a muchas de tales empresas. A raíz de esto, se están promoviendo contratos de asesoramiento entre éstas y las organizaciones empresariales, financiados por la Unión Europea.
Pese a los signos de integración, sólo 13.000 de los casi dos millones de residentes turcos han adquirido la ciudadanía alemana. Son, además, una pequeña parte de los 600.000 inmigrantes naturalizados que viven en el país, de los que 400.000 son de ascendencia alemana.