EE.UU.: la primera generación de inmigrantes tiene más empuje

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Tres estudios recientes revelan que el melting pot norteamericano es poco saludable para los inmigrantes. Según diversos indicadores, a medida que pasan las generaciones y los extranjeros son asimilados a la cultura nacional, empeora la situación de los llegados de fuera. Las dos primeras investigaciones se refieren a los hijos de inmigrantes, y fueron presentadas en el último congreso anual de la American Association for the Advancement of Science. La tercera -más precisamente, un análisis de estudios diversos publicado por The Economist (11-V-96)- compara la población negra nativa con la emigrada a Estados Unidos.

El primer estudio es de los sociólogos Marcelo y Carola Suárez Orozco, de la Universidad Harvard, y compara cuatro grupos de niños: unos, nacidos en México, trasladados a Estados Unidos después de cumplir 5 años y residentes en el último país durante más de un año; otros, nacidos en Estados Unidos de padres mexicanos; en tercer lugar, estadounidenses de nacimiento y ascendencia; por último, un grupo de control formado por niños mexicanos que no han emigrado. De los tres grupos experimentales, el de estadounidenses es el más acomodado, y el de niños emigrados, el menos.

Pero en motivación y ambiciones, la escala va justo al revés. Los niños mexicanos son los más optimistas e imaginativos, y en los demás se detecta tanto más de apatía y frustración cuanto más tienen de estadounidenses. Por ejemplo, esa graduación se observa en las diversas proporciones en que los niños imaginan -indirectamente incitados mediante un método llamado prueba de apercepción temática- relatos de disputas entre sus padres. También varían del mismo modo el aprecio por el estudio y la confianza en que la instrucción abrirá las puertas al éxito. Los que tienen buena opinión de la escuela son el 20% de los niños estadounidenses y el 88% de los inmigrantes.

Por su parte, los sociólogos Alejandro Portes (Universidad Johns Hopkins de Baltimore) y Ruben G. Rumbaut (Universidad Estatal de Michigan) han examinado los casos de más de 5.000 colegiales procedentes de distintos países e instalados en Florida y California. Concluyen que cuanto más tiempo llevan en Estados Unidos esos chicos, menos se dedican a las tareas escolares, peor es su comportamiento en el colegio, más bajas son sus aspiraciones académicas y más televisión ven. Y, como se sabe también por otros estudios, los resultados académicos van en proporción directa al tiempo empleado a las tareas y en proporción inversa al tiempo empleado en la televisión.

En tercer lugar, distintos datos muestran que la comparación entre los negros estadounidenses y los inmigrados es desfavorable para los primeros. Los ingresos medios de las familias negras nativas son más bajos que los de cualquier grupo de inmigrantes negros, excepto los dominicanos. La fuerte motivación de los inmigrantes parece contribuir a que haya tales diferencias. La proporción de hogares con más de un miembro que gana dinero es inferior a la mitad en el caso de los nativos y al menos el 60% entre los inmigrantes.

Una causa importante de estos contrastes es la diversidad de situaciones familiares: los hogares a cargo de uno solo de los padres están mucho más extendidos entre la población negra nativa (en casi la mitad sólo está presente la madre). En cambio, dos tercios de las familias negras procedentes del Caribe conservan a los dos padres, y sólo un cuarto están encabezadas por la madre.

Las diferencias entre nativos e inmigrantes llegados de África o del Caribe se reducen a medida que éstos se integran. Por ejemplo, los nietos de inmigrantes caribeños obtienen peores resultados académicos que los inmigrantes de primera o segunda generación. También, entre los nacidos en el Caribe, van peor en los estudios los que empezaron la escuela en Estados Unidos, en comparación con los que estudiaron durante los primeros años en sus países de origen.

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