El final de los «boat people»

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Un acuerdo firmado recientemente en Ginebra pondrá fin al problema de los boat people, los indochinos que, en flujo casi continuo a lo largo de diecinueve años, han huido en frágiles embarcaciones a los países vecinos. De los que no perecieron en el intento, unos lograron ser acogidos en otros países -en buena parte, en Occidente, que era por lo general su objetivo último-, y los no admitidos fueron recluidos en campos de refugiados, principalmente en Hong Kong, Tailandia, Indonesia y Filipinas. Parte de éstos regresaron a sus países de origen, alentados con incentivos económicos. Pero aún quedan muchos -60.000 vietnamitas y 26.000 laosianos- que no aceptaron volver. En virtud del acuerdo de Ginebra, antes de 1996 habrán de establecerse en algún país que los acoja o, si ninguno lo hace, ser repatriados.

El acuerdo, logrado por mediación de la ONU, ha sido firmado por Vietnam y Laos, de donde salieron los prófugos; por los países asiáticos que han proporcionado la primera acogida, y por los que han aceptado a los considerados refugiados.

Para dar idea de la magnitud del éxodo, basta señalar que Hong Kong -adonde arribó la mayor parte- ha recibido 195.000 vietnamitas en estos años; de ellos todavía acoge a más de 26.000. Pero las huidas han disminuido mucho en los últimos tiempos: en 1985 fueron 30.000, mientras que el año pasado no llegaron a 800. La razón es, en gran medida, que los indochinos ya no tienen apenas posibilidades de establecerse definitivamente en otro país. Desde 1989, en virtud de un plan adoptado por los países receptores, los prófugos son clasificados en dos categorías: refugiados políticos, a los que se da asilo, y emigrantes por motivos económicos, que no pueden quedarse. El 90% de los que permanecen en los campos han sido incluidos en el segundo tipo.

Algunos refugiados han organizado protestas contra el acuerdo de Ginebra. Alegan, y en esto les apoyan organizaciones como Amnistía Internacional, que sus casos no se han examinado suficientemente. Por su parte, Vietnam desea, según ha declarado, que el retorno sea voluntario, no forzado, y asegura que no tomará represalias contra los prófugos. Al menos, hasta ahora no hay noticias de persecuciones contra los 40.000 vietnamitas ya repatriados desde Hong Kong.

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