Según un estudio realizado por el Pew Hispanic Center, la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos que viven en Estados Unidos mantiene algún tipo de vínculo con su país de origen. Una minoría (9%) conserva lazos más estrechos: envía dinero, viaja al país natal y llama a sus familiares todas las semanas. La gran mayoría (63%) hace una o dos de esas tres cosas y el 28%, ninguna; el 51% hace la primera.
El estudio muestra que a medida que pasa el tiempo, se va debilitando la vinculación con el país de origen. Entre los que llegaron a Estados Unidos hace menos de 10 años, el 63% envía dinero y el 62% llama por teléfono al menos una vez a la semana. En cambio, entre los que llevan viviendo 30 o más años, sólo el 36% sigue enviando dinero y el 19% llamando por teléfono.
También hay diferencias en función del país de origen. Los dominicanos y los colombianos, por ejemplo, viajan más al país natal y llaman por teléfono con más frecuencia que los mexicanos y los salvadoreños. Pero los de El Salvador son los que más remesas de dinero envían. Los cubanos son los que mantienen menos relación con su país de origen.
Otro dato que pone de relieve el estudio es el nivel de integración de los inmigrantes. Aquellos que han pasado más tiempo fuera de su país tienden a desentenderse de lo que el estudio llama “actividades transnacionales” (enviar remesas, viajar al país natal y llamar a los familiares), y se consideran estadounidenses. Por el contrario, quienes mantienen lazos estrechos con sus familiares siguen viendo al país natal como su patria.
Dos tercios de los inmigrantes latinos (66%) afirman que tienen intención de quedarse en Estados Unidos, porcentaje que varía según el tiempo que llevan: entre los que llegaron hace menos de 10 años, el 51% dicen que van a quedarse, intención que sube hasta el 85% entre los que llevan más de 30 años.
México: llegan menos remesas
Las remesas de los emigrantes mexicanos han contribuido a mejorar el bienestar de los familiares que se quedan al otro lado de la frontera. En los últimos años los fondos enviados se han multiplicado, pero ya se vislumbra un cambio de tendencia. Desde 2000 a 2006, las remesas ascendieron de 6.000 millones de dólares al año hasta casi 24.000 millones, lo que supone una subida del 20% o más, según los años. En cambio, en 2007 el incremento ha sido inferior al 2%.
Algunos expertos consideran que el flujo de remesas se ha estancado por culpa del debate sobre la inmigración ilegal. Como el Congreso no se pone de acuerdo, dicen, los sin papeles no saben a qué atenerse. Unos prefieren volver a México por miedo al recrudecimiento de la política de inmigración. Por el mismo motivo, otros descartan la posibilidad de cruzar la frontera hacia Estados Unidos. Y algunos de los que ya están dentro optan por ahorrar dinero en vez de mandarlo a sus familiares, a la espera de que se apruebe alguna medida definitiva.
Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo, el porcentaje de mexicanos que envía dinero a sus familiares ha caído del 71% en 2006 al 64% en 2007. La caída se ha notado especialmente en aquellos Estados donde ha crecido el clima de desconfianza hacia los inmigrantes (Georgia, Pensilvania o Carolina del Norte). Allí uno de cada tres mexicanos ha dejado de enviar dinero, lo que supone que unas 500.000 familias no han recibido remesas este año.