España se ha convertido en el país miembro de la OCDE en el que más ha caído la llegada de inmigrantes regulares entre 2007 y 2013 —medio millón de personas en ese período—, y es también el que posee las más altas cifras de jóvenes extranjeros escasamente preparados que ni estudian ni trabajan.
Según el informe Perspectivas de las migraciones internacionales 2014, que publica la organización, en 2007 entraron en el país 691.000 inmigrantes con permisos de larga duración, y en 2013 lo hicieron apenas 192.000. La diferencia supone una caída del 72 por ciento, y hace descender a España del segundo al octavo puesto entre los países del bloque que han constituido destinos migratorios.
El antiguo puesto de España lo ocupa ahora Alemania, convertida en el segundo destino, solo por detrás de EE.UU.. Precisamente las cifras alemanas “engordan”, en parte, por la llegada de inmigrantes rumanos y búlgaros que se asentaron primeramente en suelo español, y que ahora, fustigados por la crisis y motivados por la libre movilidad comunitaria, se han marchado a buscar en la primera economía europea empleos del tipo que no volverán a encontrar en España.
El paro ha sido el principal acicate para marcharse, pues si entre los españoles ha subido 17 puntos porcentuales en el período citado, entre los extranjeros lo hizo en 26 puntos. Así, la comunidad marroquí se ha reducido de 850.000 ciudadanos en situación regular a unos 350.000, mientras que los rumanos, que llegaron a ser 1.976.000 en 2007, quedaron en 346.000 en 2013.
En cuanto a los españoles que han puesto rumbo a Alemania y a otros países de la OCDE, los números no se han disparado vertiginosamente, aunque sí se han triplicado desde 2007, cuando se registraron unos 24.000 emigrantes, que en 2012 pasaron a ser 75.000. En proporción, por cada millón de españoles se han marchado 1.609, lo que sitúa al país en el lugar 19 entre los emisores de emigrantes, muy por detrás de los “cabezas de lista”: Rumanía, Bulgaria, Polonia, Nueva Zelanda y Portugal.
Vale añadir, no obstante, que las cifras de emigrantes españoles bien pueden ser cogidas con pinzas, toda vez que un estudio del Instituto de la Juventud asegura que, de los que se van, apenas el 40 por ciento se inscribe voluntariamente en los consulados españoles en el exterior, con lo que en el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero queda sin enterarse de qué ha sido de buena parte de sus connacionales.
Otro dato de interés en el informe de la OCDE es que España exhibe la mayor proporción de jóvenes inmigrantes poco cualificados que ni estudian ni trabajan. Estos “ninis”, comprendidos en la franja de los 15 a los 24 años, constituyen un 20 por ciento, frente al 13 por ciento de sus pares españoles. Se trata de chicos que llegaron antes de cumplir 15 años, que se educaron durante pocos años en el sistema español y que no han adquirido las habilidades necesarias para desempeñar una actividad laboral concreta, lo que motiva preocupaciones acerca de en qué habrán de emplearse una vez que la economía española consolide su recuperación.