En una entrevista de Le Monde, Cecilia Malmström, sueca, titular de Interior en la Comisión Europea, no niega que la inmigración cause dificultades, pero sostiene que a menudo se le tiene un miedo irracional.
Así, la guerra civil libia hizo temer “oleadas biblicas” de inmigrantes, en cuanto los primeros refugiados arribaron a costas europeas. Pero el hecho es que solo el 4% de los que salieron de Libia se dirigieron a Europa. “Parece que las imágenes de botes cargados de inmigrantes clandestinos llegados a Lampedusa tienen más peso que los datos objetivos”, dice Malmström.
A juicio de la comisaria, la inmigración es para Europa “no una amenaza sino una oportunidad” y “un factor de crecimiento”. “La inmigración será necesaria –explica–, principalmente por la evolución demográfica en la mayoría de nuestros países. Se estima que, sin nueva inmigración, en 2030 la población europea en edad de trabajar habrá disminuido un 12%. Aunque el paro es alto, los empresarios me cuentan que les resulta difícil encontrar personal cualificado. En Alemania faltan ingenieros; de ahora a 2020, el sector europeo de la sanidad tendrá un déficit de dos millones de trabajadores. Pero un informe de la OCDE acaba de mostrar que a muchas personas que podrían emigrar les atrae menos Europa que Brasil, Canadá o Australia, o aun Angola o Mozambique. Con el tiempo, esto puede causarnos graves dificultades”.
Para Malmström, se puede armonizar las carencias de Europa con los excedentes de otros países. “En Túnez hay mucho paro entre el personal de enfermería: ¿por qué rechazar que vengan por un periodo limitado (…)? India y China tienen superávit de ingenieros, que podrían recibir formación complementaria en Europa y luego ser útiles a sus países”. Eso no sería un brain drain (fuga de cerebros), dice la comisaria, sino un brain gain, un “crecimiento de los cerebros”.
Pero si la inmigración es necesaria a largo plazo, los problemas que crean los flujos ilegales son acuciantes: de ahí quizá que la opinión pública no sea tan optimista como la comisaria. Malmström responde que hace falta “un verdadero reparto entre los europeos de las cargas en materia de inmigración y de asilo”. Reconoce también que “en la mayoría de las grandes ciudades, la integración es un fracaso, y que la formación de guetos es una realidad de la que los políticos son responsables porque no han actuado con suficiente energía”. También se necesita “un mejor aprovechamiento de la mano de obra existente”.
En fin, la comisaria no propone “abrir las puertas de par en par, sino buscar la manera de facilitar una nueva inmigración legal, que a la vez es también una manera de luchar contra la inmigración ilegal”.