Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 04/15
Un hombre hace las maletas, besa a su esposa y a sus hijos, y se marcha a otro país. Les ha prometido ayudarlos económicamente en cuanto empiece a trabajar e iniciar cuanto antes los trámites para llevárselos a todos consigo, o bien volver con sus ahorros para mejorar las condiciones del hogar, montar algún negocio y no irse nunca más.
Por regla, las estadísticas se interesarán por el rumbo que tomará este emigrante, por si se respetan sus derechos, y por su decisión de instalarse definitivamente en el país de destino o regresar a casa. Pero habrá pocas noticias acerca de los que se quedaron, como si las remesas que les alivian el día a día bastaran para borrar toda conse…
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