El gobierno de Nicolas Sarkozy acaba de lanzar un debate nacional sobre qué significa ser francés. Aunque algunos analistas consideran que la iniciativa es pertinente en un momento en que Francia recibe a más de 3 millones de inmigrantes, la oposición ve una maniobra del gobierno para ganar las próximas elecciones regionales de marzo de 2010.
El debate ha comenzado con la puesta en marcha de una página web (www.debatidentitenationale.fr), auspiciada por el Ministerio de Inmigración francés, en la que se pregunta a los ciudadanos de la República su opinión sobre los valores que configuran la identidad nacional. Más incisivas son las preguntas relativas a las condiciones en que el país debe permitir la entrada de inmigrantes.
Para Karim Emile Bitar, investigador asociado en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París, el debate brinda a los franceses una oportunidad para aclararse sobre su postura ante la inmigración.
“Francia necesita encontrar un camino para compaginar su modelo universalista, asentado sobre profundas raíces filosóficas, con las nuevas situaciones sociales que hacen parecer hipócrita ese modelo, debido a la brecha que existe entre los valores que dice profesar y la discriminación y la falta de igualdad de oportunidades que se vive a pie de calle”, asegura Bitar en declaraciones al Christian Science Monitor (2-11-2009).
Otros analistas, en cambio, creen que el debate podría radicalizar las posturas sobre la inmigración. Según el sociólogo Pap Ndiaye, autor de numerosos estudios sobre el lugar de los negros en la sociedad francesa, “durante muchos años los inmigrantes y los hijos de los inmigrantes han sido señalados en Francia como una amenaza para la identidad nacional”.
Ndiaye, hijo de padre senegalés y madre francesa, teme que el debate se convierta en “un modo de sugerir que [los inmigrantes] no son franceses o al menos no lo son tanto como deberían. Hay muchas formas de ser francés, y sería triste que el gobierno nos dijera cuál es la apropiada. Me preocupa la deriva autoritaria que se oculta tras los debates sobre la identidad”.
Tampoco ha gustado esta iniciativa a la oposición. La izquierda acusa a Sarzoky de provocar un debate ficticio con fines electoralistas. Según esta interpretación, el presidente francés habría recurrido a esta medida para movilizar al electorado de derechas de cara a las próximas elecciones regionales de marzo de 2010.
Pero el ultraderechista Frente Nacional (FN), con quien supuestamente podría haber coincidido, también ha recibido la noticia con recelo. “Es una estafa electoralista”, denunció ayer la vicepresidenta del FN, Marine Le Pen.
Sea o no cierto lo que dice la oposición, la realidad es que hasta ahora el discurso sobre la identidad nacional le ha funcionado muy bien a Sarkozy. El ex ministro del Interior ya tomó esta bandera en las elecciones presidenciales de 2007, en las que logró convencer a gran parte del electorado de que él representaba los valores tradicionales como la autoridad, el patriotismo, la identidad nacional y la moral.