El municipio de Zapopan es uno de los más poblados de Jalisco, con algo más de un millón y medio de habitantes. También es de los que mayor riqueza e inversión comercial acumula en todo el país. Sin embargo, destaca igualmente por su desigualdad social. La Fundación Zapopan Fratelli Tutti quiere ayudar a dos grupos especialmente desaventajados. O mejor dicho, ayudar a uno, las mujeres sin cualificación profesional, para que atiendan a otro, los ancianos con pocos recursos.
Cada sábado muy temprano la señora Martha Vázquez se traslada a la colonia Miramar, donde en una sede provisional, propiedad de una institución educativa del municipio de Zapopan, se capacita para certificarse y llegar a ejercer como cuidadora de adultos mayores. Martha requiere de ingenio y tiempo para llegar a dicha localidad, alejada de su vivienda, ya que desde su colonia no hay transporte público hacia la zona de destino, y tomar un taxi está fuera de sus posibilidades económicas. Sin embargo, puede pagar una cantidad modesta para un servicio de moto-taxi, o simplemente caminar durante un tiempo prolongado.
Pero lo hace con gusto, animada por la aspiración de elevar su nivel de vida y el de su comunidad. A sus más de cuarenta años, es la primera oportunidad que puede aprovechar para adquirir una preparación profesional. Martha considera que capacitarse para atender personas de la tercera edad va más allá de la sola posibilidad de conseguir un mejor sueldo; más bien, constituye un proyecto personal y comunitario por el que vale la pena empeñarse, y a través del cual puede acortar la brecha de oportunidades entre diversos sectores de la sociedad.
Remedio contra la desigualdad
Según datos de Inequiality Report, México es uno de los países del mundo con mayor desigualdad social. Y el municipio de Zapopan es uno de los más representativos en este sentido. Pero si bien la desigualdad sobresale, así mismo destacan numerosas iniciativas –tanto en el ámbito público como en el privado– que ofrecen soluciones al problema a medio y largo plazo. La solidaridad y el compromiso de muchos mexicanos hacia otros compatriotas destaca por ejemplo en un grupo de personas, lidereadas por Horacio Fernández, empresario, quien consideró urgente atender esta realidad de forma propositiva y comprometida.
La iniciativa nace de un contexto desfavorable: envejecimiento poblacional y falta de movilidad social
Fernández identificó que en esa zona existe una nueva y latente necesidad social que requiere solución, y que, de no atenderse, tendrá consecuencias difícilmente reversibles. Se trata de una situación con tres ejes. Por una parte, una creciente inversión de la pirámide poblacional, motivo por el cual cada vez hay más ancianos –en todos los sectores sociales– que necesitan cuidados y que incluso están muriendo solos y sin atención. Por otro lado, una apremiante necesidad de promover la movilidad social. Aunado a lo anterior, hay muchas mujeres –por lo general, madres solteras– que no tienen posibilidad de ingresos suficientes por falta de certificaciones profesionales o de estudios superiores, y que suelen ser servidoras domésticas con situaciones intrafamiliares de crisis por violencia, o consumo de droga y alcohol por parte de algún miembro de la familia.
En ese contexto surge esta iniciativa del sector privado, de corte social-educativa y dirigida a esas mujeres con escaso nivel educativo. Se trata de la Certificación en atención y cuidados de adultos mayores, que pretende mejorar el nivel humano, laborar y familiar y coadyuvar a la solución de una necesidad social. Esta certificación tiene, pues, una doble finalidad. En su sentido más amplio y de largo plazo, busca disminuir las desigualdades sociales, a través de un objetivo más inmediato: crear fuentes de trabajo que atiendan una necesidad real y urgente. La primera generación de integrantes del programa, que tiene una duración de 120 horas, inició en diciembre pasado (2022), con cuarenta alumnas cuyo único requisito esencial para ingresar es saber leer y escribir, al menos las nociones más básicas, que luego son complementadas durante el programa.
Análisis profundo, enfoque práctico
Un sábado común de la certificación inicia con una sesión técnica impartida por uno o varios profesionales competentes y con experiencia, según el tema en curso, quienes además de ofrecer una capacitación técnica, destacan el valor de la persona y su dignidad como aspectos que dan sentido a los conocimientos y habilidades adquiridas para el ejercicio de la profesión. Los temas de las sesiones se reparten en ocho módulos, que abarcan desde nociones elementales sobre las características de cada etapa de la vida, particularmente la vejez, hasta primeros auxilios, nutrición y alimentación, factores de riesgo de enfermedades, para concluir con los módulos sobre afectividad y socialización del adulto mayor.
La enseñanza técnica se complementa con sesiones sobre el significado y las consecuencias de la dignidad personal
Las alumnas cuentan con el material necesario para simular la experiencia profesional como parte de su capacitación: camas de hospital, sillas de ruedas, andaderas, simuladores, etc. El programa cuenta también con un plan de titulación oficial y de inserción laboral controlado para la realización de prácticas antes de ejercer profesionalmente. Además, cada semana las participantes han de superar una prueba teórica y práctica de los conocimientos adquiridos y los aprendizajes prácticos realizados. A quienes aún tienen dificultad para escribir con fluidez, se les da la oportunidad de realizar una prueba oral, a la par que durante su jornada semanal dedican tiempo a desarrollar las habilidades de lectura y escritura.
Con el fin de enfocar esta profesión desde su aspecto más humano, a la clase técnica le sigue una sesión de profundización en las nociones de persona y dignidad, con un cariz práctico de desarrollo humano personal. En estas sesiones, se abordan temas como el conocimiento personal, la trascendencia del trabajo bien hecho y el sentido del servicio, y se analizan de forma práctica aspectos como la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza.
Un éxito desbordante
La recepción y aceptación del curso ha sobrepasado las expectativas de quienes lo pusieron en marcha, pues está logrando incidir a nivel personal y familiar, de lo que se espera la consecuente mejora social. Algunos de los comentarios de las asistentes ilustran lo dicho: “antes yo reaccionaba muy mal ante ciertos problemas, y ahora veo que debo aprender a controlarme”; “me doy cuenta de que tengo que pensar más antes de actuar, si quiero influir positivamente en mi ambiente”, “veo que es necesario poner límites a ciertas situaciones que afectan negativamente a toda la familia”, etc. Estos testimonios están en concordancia con la convicción de fondo de que la mejora integral de la persona trasciende todos sus ámbitos.
El éxito de la iniciativa se debe también al trato individual que las asistentes reciben: cada una de ellas es atendida de modo personal, y orientada para superar la diversidad de obstáculos, personales y familiares, que se les presentan para asistir y permanecer en el programa. Al día de hoy, a pocas semanas de graduarse como cuidadoras de adultos mayores, el nivel de deserción es nulo.
El programa está subsidiado por entidades privadas, de modo que las asistentes pagan una cantidad simbólica de 50 pesos por sesión, de lo que se genera un pequeño fondo económico administrado por una de las mujeres líderes de la zona, en este caso Lidia Ramírez. Ella, junto con un consejo administrativo, gestiona esas aportaciones para apoyar a que otras mujeres, con aún menos posibilidades, puedan ser becadas en el programa.
La aspiración de Lidia no es principalmente salir a otras zonas de la ciudad a ejercer su certificación, sino que pretende mejorar la situación de su propia comunidad, donde hay muchos adultos mayores en estado vulnerable o en abandono, como un caso de la calle Peñitas, donde un anciano murió solo, rodeado por sus mascotas; o el de una mujer que falleció por falta de atención médica, acompañada solo de su esposo invidente. Tras conocerse estas historias, la comunidad creó una cooperativa económica para ayudar.
El vínculo de la vulnerabilidad
Hay quienes piensan que la solución a los problemas sociales más acuciantes surgirá de entre las personas comunes y para las personas comunes, y no principalmente desde las estructuras de poder político o económico; y que de la fragilidad y la dependencia puede surgir una fuerza que cambie la situación (cfr. Alasdair MacIntyre, Animales racionales y dependientesAnimales racionales y dependientes, 2001). En cualquier caso, lo cierto es que esta iniciativa pone en primer plano el protagonismo social de los ciudadanos de a pie, y los vínculos que la vulnerabilidad social desarrolla. La Certificación en atención y cuidados de adultos mayores pretende un largo alcance de solidaridad y subsidiariedad. La visión que tiene es amplia y se está proyectando con consistencia y solidez, consciente de que la solución a un sector social vulnerable no debe centrarse solo en dar dinero y comida, sino en educar para ser factores de cambio del propio entorno. Como reza su lema, “procurar y respetar a los mayores nos hace una sociedad mejor”.
Sandra Hernández González
sandra.hernandez@up.edu.mx