El gobernador demócrata del Estado de Oregón, John Kitzhaber, ha decidido suspender, hasta el final de su mandato, la aplicación de la pena de muerte por considerarla «moralmente equivocada». Fue elegido en noviembre de 2010, y había ocupado el puesto antes, en 1995-1992 y 1995-2003. Entonces, en 1996 y 1997, autorizó ejecuciones. Pero su pensamiento ha evolucionado, hasta considerar que hoy “la pena de muerte practicada en Oregón no es imparcial ni justa, ni rápida ni certera. Y no es aplicada de manera igual a todos».
De entrada, evita una ejecución prevista para el próximo mes de diciembre (de los 34 reos que están actualmente en el llamado corredor de la muerte). La decisión invita a recordar el caso de otros Estados de la Unión, que comenzaron con suspensiones, y terminaron con la decisión parlamentaria de abolir la pena capital.
John Kitzhaber señala que no es justo que, por crímenes semejantes, unos sean condenados a cadena perpetua y otros a muerte. Por otra parte, en el plano consecuencialista, considera que las ejecuciones no han aportado de hecho más seguridad a la convivencia ciudadana.
Pero se comprende que –con la antigua tradición americana de la muerte política para el dirigente que se opone a la pena máxima–, le haya costado tomar la decisión. Desde que Oregón volvió a implantar la pena capital en 1984, solo han sido ejecutados dos reos, precisamente siendo gobernador Kitzhaber: “fueron las decisiones más agónicas y difíciles que he tenido como gobernador, y lo he reconsiderado mil veces en los últimos catorce años», afirmó ante la prensa; y añadió: “es tiempo ya de que Oregón se plantee otra solución; no quiero formar parte por más tiempo de un sistema no equitativo”. A la vez, impulsará una reforma a fondo del sistema judicial del Estado, por entender que es caro y no cumple criterios elementales de justicia.
De este modo, Oregón se une a los Estados que han renunciado recientemente a aplicar la pena de muerte, tras Illinois, Nueva Jersey y Nuevo México. Se mantiene en 34 Estados, aunque, de hecho, sólo doce la han aplicado en 2010, según el Centro de información sobre la pena de muerte de Nueva York. El año pasado hubo un total de 46 ejecuciones, la mitad que diez años atrás, y en lo que va de 2011 son 43. El número de penas de muerte pronunciadas, 110, es la tercera parte de las señaladas al comienzo de los años 90.
Son buenas noticias antes de la celebración, el 30 de noviembre, de la jornada contra la pena capital con las luces y campanas de “Ciudades por la vida, ciudades contra la pena de muerte”, según la iniciativa de la Comunidad de San Egidio en 2002.