El Tribunal Europeo de Justicia de la UE considera que la prohibición de que los homosexuales donen sangre puede estar justificada, si no hay modos alternativos para proteger de potenciales infecciones a los receptores de transfusiones.
La sentencia responde a un caso originado en Metz (Francia), cuando en 2009 un médico rechazó la donación de sangre de Geoffrey Léger, porque había tenido relaciones sexuales con otro hombre. En Francia una orden ministerial de 1983 excluye permanentemente de la donación de sangre a los homosexuales. Léger recurrió al Tribunal administrativo de Estrasburgo al considerarse discriminado, y este elevó la cuestión al Tribunal Europeo de Justicia.
La sentencia recuerda que, según la directiva europea sobre donación de sangre, las personas cuya conducta sexual les coloca en alto riesgo de contraer graves enfermedades infecciosas transmisibles por la sangre, pueden ser excluidas permanentemente como donantes.
El principio de proporcionalidad puede llevar a buscar otros métodos en vez de la exclusión permanente
Grupo con mayor riesgo de infección
¿Los homosexuales en Francia se encuentran en esta situación? Esto es algo que deberá determinar el Tribunal administrativo de Estrasburgo, dice el TEJ. Pero, en principio, la prohibición no es ilegal y puede estar justificada. Según los datos recogidos en la sentencia, en el periodo comprendido entre 2003 y 2008 (años inmediatamente anteriores a este caso), el 48% de todas las nuevas infecciones por VIH correspondieron a hombres que tenían relaciones sexuales con hombres (HSH). En el mismo periodo, el colectivo gay era el más afectado por el virus, con una tasa de infección 200 veces superior a la de la población heterosexual.
Las cifras más recientes –estas ya no son citadas en la sentencia– no indican una mejora. En 2012, de las nuevas infecciones por VIH, todavía el 42% correspondían a hombres que tienen relaciones sexuales con hombres. Entre 2011 y 2012, el número de infecciones dentro de este grupo aumentó un 14%, mientras que permaneció casi estable (+1%) entre los demás.
También aumentan las conductas de riesgo entre los homosexuales. Según la encuesta Presse Gays el Lesbiennes 2011, el 38% de los HSH se han expuesto a un riesgo en relaciones con una pareja masculina ocasional, frente a un 33% en la misma encuesta de 2004. Por otra parte, la encuesta revela que el 14% de los interrogados no se han hecho nunca la prueba del VIH, y se estima que en Francia hay 50.000 personas infectadas que no lo saben o que no siguen el tratamiento. La proporción de personas infectadas por el VIH entre los HSH se estima entre el 8 y el 20%.
La prohibición de que los homosexuales donen sangre en Francia se basa en esta mayor prevalencia del VIH en este colectivo, y en la existencia de un periodo de diez días después de la infección en que el virus es indetectable en sangre.
La sentencia acepta que un trato diferente para los homosexuales puede ser legítimo si responde a la necesidad de proteger el interés general
En Francia, la prevalencia del VIH entre los gais es la más alta de todos los estados europeos. Pero la tendencia en Europa es similar. Desde hace años, la más alta proporción de nuevas infecciones por VIH se debe al sexo entre hombres (42%), mientras que la transmisión heterosexual supone el 32% y la de drogadictos un 5%. Más significativo es que desde 2004 las infecciones entre los homosexuales en Europa han crecido un 33%, mientras que la transmisión heterosexual ha bajado un 45%. También en España el modo de transmisión predominante es el de sexo entre hombres, que representa ya el 55% de los nuevos diagnósticos.
Detección más individualizada
La sentencia del TJE se plantea si la exclusión permanente de los homosexuales en la donación de sangre puede chocar con el principio de no discriminación por razón de la orientación sexual. Reconoce que la norma francesa ayuda a minimizar el riesgo de transmitir enfermedades infecciosas a los receptores, pero señala que debe ser respetado el principio de proporcionalidad. Y deja que el tribunal francés determine si puede haber métodos menos onerosos de asegurar un alto nivel de protección para los receptores que no sea la exclusión permanente de la donación de sangre, a través de una entrevista individualizada que pueda identificar las conductas sexuales de riesgo.
En definitiva, la sentencia del TJE establece que la exclusión de los homosexuales no es arbitraria ni discriminatoria de por sí, pues los datos indican un mayor riesgo de infección en esta población; pero al mismo tiempo sugiere que la criba puede hacerse por métodos más personalizados. Sentencia salomónica, que devuelve el caso al tribunal francés.
La sentencia es también significativa porque acepta que un trato distinto para los homosexuales puede ser legítimo, si responde a una conducta distinta y a la necesidad de proteger el interés general.
Restricciones en bastantes países
Aunque el TJE ha avalado la posibilidad de exclusión, el gobierno francés piensa cambiar la norma actual. La ministra de Sanidad, Marisol Touraine, ha afirmado que se trata de “quitar las discriminaciones relativas a la orientación sexual, y de sustituirlas por un criterio de comportamiento sexual que se aplique al conjunto de donantes potenciales”.
El colectivo gay tiene una tasa de infección por VIH muy superior a la de la población heterosexual
Sin embargo, un grupo de expertos del Comité consultivo nacional de ética había estimado en un dictamen que la exclusión permanente de los homosexuales debía ser mantenida, por los riesgos epidemiológicos.
Además de Francia, hay bastantes países en el mundo –desde Alemania y Holanda a Turquía– que prohíben la donación o ponen restricciones. En EE.UU., por ejemplo, ha sido más rápido el cambio de legislación sobre el matrimonio gay que el de la donación de sangre, que ha estado prohibida a los homosexuales desde 1977. El pasado 12 de mayo, la FDA, agencia a la que le corresponde regular las donaciones de sangre, ha propuesto que los HSH puedan donar, después de un año de abstinencia sexual. La agencia cree que esto es suficiente para salvaguardar la seguridad en el aprovisionamiento de sangre. Es un plazo aplicado también en otros países como Gran Bretaña y Australia. En Canadá exigen nada menos que una abstinencia de cinco años.
Las organizaciones gais se esfuerzan desde hace años por levantar estas restricciones a la donación de sangre, que consideran un estigma. Pero cuando está en riesgo la salud, el principio de precaución ha ganado la partida.